Superando miedos

Por Paula Henríquez

HAVANA TIMES – Me dice una amiga que está escribiendo sobre el miedo y yo pienso en cuánto se puede escribir sobre ellos. Sí, porque son muchos y se puede decir cantidad. Los miedos nos acompañan toda la vida. De niños son unos, y de mayores otros.

Recuerdo que solía tener un sueño sobre un león que me perseguía. Consulté con alguien el significado y me dijo que podía ser temor a enfrentar una situación que estaba muy presente en mi vida. Nunca pude descifrar de qué se trataba, pero con el tiempo ese sueño desapareció. Supongo que al final logré superar lo que producía ese miedo.

Tengo una amiga que es sorda de nacimiento. Su defecto no impidió que su cerebro se desarrollara plenamente durante su niñez. Sacaba excelentes notas en la escuela y no parecía existir cosa imposible para ella.

El médico que la atendía se sorprendió mucho cuando sus padres le comunicaron que ella había aprendido a montar bicicleta, lo cual resulta difícil para las personas sordas por encontrarse en el oído el censor del equilibrio.

Al tener el oído defectuoso se supone que también ese censor estuviera defectuoso. Con el tiempo y al darse cuenta de su condición, aparecieron los miedos, y ya la vida no le fue tan fácil como cuando era pequeña.

Otra amiga de la infancia siempre fue muy asustadiza. Todo le parecía el doble de difícil en la escuela. En realidad, a todos nos daban un poco de pánico los cambios, las cosas nuevas, pero para ella era un esfuerzo sobrehumano enfrentarse a situaciones desconocidas. Con el tiempo también fue superando algunos, pero fueron apareciendo otros más difíciles, pues con la edad todo se complica.

Nadie está exento de sentir miedos. Confieso que yo aún tengo algunos escondidos por ahí, más bien encerrados, trato de no dejarlos salir, pero cuando se escapan logro dominarlos y seguir. Al final se trata de eso, de seguir.

Existen miles de formas de desafiar los miedos. Una que me funcionó muy bien fue la llamada terapia de choque: enfrentarse, haciendo precisamente eso que temes, por ejemplo: hablar en público. No es que haya desaparecido totalmente, pero ya lo domino mejor y sé que en algún momento terminará largándose de una vez.

Al final, los miedos nos ayudan a salir adelante, a resolver situaciones y nos hacen más fuertes. El punto es no dejar que nos dominen, no demostrarles nuestra debilidad, porque si no, se fortalecen, crecen y nos aplastan.

A enfrentar los miedos todos debemos aprender, así como a convivir con ellos. Cada quien tiene su librito, su forma de hacerlo. Resolverlo y salir adelante es el camino que debemos seguir. Para algunos será más corto, para otros más largo, pero al final llegamos a un mismo lugar: una vida un poco más plena.

Paula Henriquez

Paula Henríquez: Desde pequeña me han dicho que debo tener cuidado con lo que digo en público. “Piensa antes de hablar, sobre todo delante de los demás”, me decía mi mamá y, entonces, resultaba más un ruego que un regaño. Aún hoy la escucho… y la cumplo, solo que no hablo… escribo. Las letras, las palabras son mi escape, mi salida y las catarsis diarias, las que imprimo en el papel, me reavivan. Y esta foto… me refugia.

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