¿Somos Iguales en Cuba?

Por Paula Henríquez

Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – Hace tiempo que el tema de la llamada sociedad igualitaria me viene dando vueltas en la cabeza. Supongo que a muchos les parezca irrelevante o simplemente desconocido, sobre todo, para los más jóvenes.

Lo cierto es que una sociedad igualitaria solo es posible en la utópica ideología de algún pensador. La realidad es bien diferente.

Siempre han existido y existirán clases sociales y, por consiguiente, las necesidades de estas difieren según su poder adquisitivo. Los sueños inalcanzables para unos resultan aburridos ya por el exceso y la repetición en otros. Eso sucede desde siempre.

No basta solo con tener una buena preparación académica para alcanzar el siguiente peldaño en la escala social. Más que eso, importan las relaciones que seas capaz de hacer, tu agudeza o visión a mediano y largo plazo, tu elocuencia y don de convencimiento. En la mayoría de los casos únicamente se necesita portar un apellido privilegiado.

Por lo general, estos últimos suelen ser los que más alto llegan y, por supuesto, con menos esfuerzo. No es inusual que muchos carezcan de los ingredientes más importantes para conquistar el lugar en el que están.

Así, los vemos ocupando plazas directivas en empresas y en otros lugares de mayor relevancia… y, como podemos imaginar, lo anterior termina por pasar factura. De ahí las malas decisiones o la ineficacia de su gestión.

A veces recuerdo con nostalgia esos años en que fui niña. Creo que fue lo más cercano que se estuvo de ese utópico sueño de una sociedad económica equitativa.

De más está decir que para entonces, mi edad no me dejaba comprender los vericuetos de la época… tampoco me interesaba por conocer las razones de lo que sucedía a mi alrededor. Quizá por eso lo recuerdo como una etapa dorada de mi vida.

Después llegó el derrumbe del campo socialista y la desintegración de la conocida Unión Soviética o, como otros le llamaron, “El desmerengamiento”.

Fue ahí que comenzaron a hacerse más notorias las diferencias de clases. Se abrieron grandes abismos entre las formas de vida de las personas.

En ese momento ya tenía la edad suficiente para empezar a notarlo. De eso ya han pasado treinta años y nada ha cambiado para bien. Cada año sueñas con que el siguiente puede ser mejor que el actual, y así sucesivamente. Quizás sea este el mecanismo perfecto para empujar tu mente y seguir andando.

Lo cierto es que muchos agraciados ya estaban arriba y aún continúan gozando de sus mismos privilegios. Otros pocos, más cercanos a mi generación, lograron escalar algún que otro peldaño y también reunir algunos de los dichosos ingredientes que tanta falta hacen para “llegar a la cima”. 

No es que viva atormentada con la idea del ascenso social, es cuestión de suerte, al final… no obstante, sigo conservando mis sueños y, de paso, a cada rato me detengo y miro hacia atrás con nostalgia aquel sueño utópico de la igualdad social.

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Paula Henriquez

Paula Henríquez: Desde pequeña me han dicho que debo tener cuidado con lo que digo en público. “Piensa antes de hablar, sobre todo delante de los demás”, me decía mi mamá y, entonces, resultaba más un ruego que un regaño. Aún hoy la escucho… y la cumplo, solo que no hablo… escribo. Las letras, las palabras son mi escape, mi salida y las catarsis diarias, las que imprimo en el papel, me reavivan. Y esta foto… me refugia.

One thought on “¿Somos Iguales en Cuba?

  • Los nacidos en la década del 60 son los que mejor juventud tuvieron en Cuba. Después que tumbaran el muro de Berlin las desigualdades reflotaron con la única opción de emigrar para salir de la pobreza.

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