La marginalidad que nos acecha

Por Paula Henríquez

Niños de La Habana compartiendo una pizza. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – ¿Se han puesto a pensar en el origen de la falta de sensibilidad, respeto y otros tantos valores que ocurre hoy? No estoy criticando a la juventud con sus gustos particulares y muchas veces extravagantes, tampoco estoy en contra de la evolución ni el desarrollo. Hablo de la creciente marginalidad que nos acecha y que no tiene nada que ver con grupos de edades específicos, razas o credos.

Entiéndase marginal como “aquel o aquello perteneciente o relativo al margen (extremidad u orilla de una cosa). Dicho de un sujeto o de un grupo social. Marginal es quien vive o actúa fuera de las normas sociales, ya sea por voluntad propia o por cuestiones de fuerza mayor”.

Bien es cierto que el medio en que nos desenvolvemos tiene mucho que ver con quién somos y lo que hacemos. También lo es que no se puede utilizar tales razones como excusa para justificar el comportarse de una manera no acorde a las normas que establece cierta sociedad, no importa el sistema que impere en ella.

Un ejemplo que podría explicar lo anterior sería el de pobreza y suciedad y sus contrarios. No van de la mano. Una persona pobre no tiene porqué ser sucia y una persona con recursos no tiene porqué ser limpia.

De igual forma, encontramos que en un país pobre, con cierto sistema político, su población tenga que ser ignorante. Vemos personas ignorantes en los países más ricos, con sistemas políticos supuestamente “superiores”. Los ejemplos que podemos enumerar aquí son ilimitados.

Adonde quiero llegar es que no siempre la falta de valores se debe a un sistema político fallido, ni a las carencias materiales que este pueda generar. Mis padres vienen del campo, de bohíos con pisos de tierra, de andar descalzos por las guardarrayas. Sin embargo, poseen una educación férrea. Sus padres les inculcaron valores morales, respeto hacia los demás.

De la misma forma, he visto muchos que fueron criados en las condiciones más favorables que podríamos imaginar y que ni por asomo poseen esas características de las que hablo.

Hay algo más ahí. Algo más que tiene que ver con lo que llevamos dentro, con el espíritu. No es que sea una idealista, ni una espiritual. No soy ciega. Es cierto que vivimos en un país donde todo escasea, donde cada vez es más difícil conseguir hasta lo básico para vivir.

Pero ello no significa que vaya a malcriar a mi hija de 7 años por ello. No significa que derrumbe todo lo que creo y pienso y lo que me han inculcado mis padres.

No, mi hija sabe qué está bien y qué está mal. También sabe qué puede tener y qué no, pero además sabe que lo que no tiene, jamás lo podrá conseguir robando o algo por el estilo. O… puede que sí, pero que está mal hacerlo y entonces no lo hará. Y de eso se trata.

Se trata de educación, de principios éticos, morales… esos que se heredan o no de los padres y de los padres de estos, así sucesivamente. Ya sé que muchos me dirán que algún día mi hija puede que decida seguir su camino en otros lugares y, si llega a suceder, yo seré la primera en alentarla a volar y conocer, quizás, lo que yo nunca pude.

Seré la primera en ayudarla a intentarlo, a buscar una vida mejor, si ella así lo considera. De lo que sí estaré segura es de que, si lo hace, será a base de sacrificio y caminos largos recorridos por ella misma. Sin aprovecharse de otros y mucho menos haber dañado a sus semejantes. Entonces, nosotros, sus padres, sabremos que la habremos criado en los mejores valores posibles, sin importar este país lleno de carencias y defectos. Entonces, estaremos orgullosos.

Lea más de Paula Henríquez aquí.

Paula Henriquez

Paula Henríquez: Desde pequeña me han dicho que debo tener cuidado con lo que digo en público. “Piensa antes de hablar, sobre todo delante de los demás”, me decía mi mamá y, entonces, resultaba más un ruego que un regaño. Aún hoy la escucho… y la cumplo, solo que no hablo… escribo. Las letras, las palabras son mi escape, mi salida y las catarsis diarias, las que imprimo en el papel, me reavivan. Y esta foto… me refugia.

One thought on “La marginalidad que nos acecha

  • La respuesta a eso creo que esta en el mensaje erroneo de que todos somos iguales per se, y no iguales frente a la ley, cunado tu iguales asi a raja tabla el liston empieza a bajar, es como decir que en un aula todos van a coger la tona promedio de todo el mundo, al final todos termian suspendiendo, pues es lo mismo en la sociedad

Comentarios cerrados.