Juanita, la del barrio

Por Paula Henríquez

Una cubana de la tercera edad haciendo los mandados.  Foto de archivo: Patricia Grogg / IPS

HAVANA TIMES – A Juanita la conocen todos. Cuando alguien pregunta por ella la respuesta suele ser: “Es la señora bajita, de espejuelos y sombrero ancho”. Y así es… Juanita es la señora bajita, de espejuelos y sombrero ancho, pero también de mirada cansada y aspecto solitario.

No aparenta la edad que tiene, luce mucho mayor. Y es que le han caído los años, porque ella es quien, hace mucho tiempo, busca los mandados en el barrio, hace la cola en el punto del gas, en la farmacia y en el puesto de las papas. Así, recorre varios kilómetros al día.

Juanita tiene familia. Tiene dos hijos que se buscan la vida como quieren. En realidad, nadie sabe cómo, lo que sí se sabe es que siempre fueron turbios sus ingresos. Al menos es lo que se escucha en todo el vecindario, y quizás sea por eso que ella es la mujer de los mandados. Porque quiere tener sus propios ingresos, con su propio esfuerzo. No es que represente mucho lo que pueda ganarse con esas diligencias, pero es algo más, una ayuda extra.

Trabaja de sol a sol. Son muchos los vecinos que necesitan de sus servicios. “El que trabaja no puede ocuparse de asuntos tan cotidianos como comprar el arroz de la bodega o buscar medicamentos en la farmacia”, es la opinión de la gente.

Por supuesto que Juanita agradece que así sean las cosas, no tendría este trabajo si todos se pudieran ocupar de asuntos tan mundanos en los mismos horarios de trabajo. Ella es feliz a su forma, dice, porque así lo conoce todo de todos… o, al menos, eso cree ella en su mundo.

Lo cierto es que en mi localidad es Juanita, pero en otras es Cachita, Pepito o Manolito. No hay una sola vecindad en Cuba donde no existan personas, en su mayoría de la tercera edad, que sobrevivan de esa forma. Sí, porque no importa cuánto suban los salarios y los retiros, los precios de los productos siguen siendo muy elevados y la vida sigue siendo muy cara.

Es esa una de las razones por la que algunos ancianos tienen que buscarse un sustento adicional. De igual manera, no es la única razón. Preguntando he aprendido que para muchas personas mayores que cumplen con estas tareas, la motivación no ha sido solamente la falta de recursos, sino la necesidad de ser útiles a la sociedad y como ya no son capaces de montar guaguas o de ejercer alguna antigua profesión, pues esta viene siendo una solución a sus inquietudes.

Todo esto y más se me ocurre al verla ir y venir, al contemplar su rostro bajo ese sombrero gigante que la cubre del sol. Me saluda y yo hago lo mismo. No sabe que me ha inspirado a escribir estas líneas, tal vez algún día se lo diga.

Por eso quiero que este pequeño texto sirva también de reconocimiento a esos ancianos que no se rinden, que siguen luchando. Creo que la hará feliz saberse retratada en palabras, no solo por reconocimiento a su gran esfuerzo, que ya es mucho, sino más bien por ser protagonista de esta historia.

Paula Henriquez

Paula Henríquez: Desde pequeña me han dicho que debo tener cuidado con lo que digo en público. “Piensa antes de hablar, sobre todo delante de los demás”, me decía mi mamá y, entonces, resultaba más un ruego que un regaño. Aún hoy la escucho… y la cumplo, solo que no hablo… escribo. Las letras, las palabras son mi escape, mi salida y las catarsis diarias, las que imprimo en el papel, me reavivan. Y esta foto… me refugia.

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One thought on “Juanita, la del barrio

  • En mi barrio es pánfila, se lo dirán por lo del programa de Pánfilo, no para, que energía tiene, es un trabajo necesario, pues los productos no vienen el mismo día, es un goteo, te lo tienes que pasar de colero, no hay tiempo ni deseo, para mi ella es una persona muy importante en la comunidad, y si tienes un poco de tiempo para una charla te aseguro que en cinco minuto te cuenta el ultimo chisme de la cuadra.

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