Vivir y sufrir el desastre en sus propias entrañas

HAVANA TIMES – La crisis sistémica del modelo socialista radical que impone en Cuba el Partido Comunista, tozudamente, enquistado, encaprichado en que es ese el camino y no el que la inmensa mayoría quiere y sale al extranjero a recorrer; ciegos ante la disfuncionalidad y el costo cruel que paga nuestro pueblo, ha llegado a límites desastrosos.
La madre desesperada porque no tiene leche ni azúcar para dar el desayuno a sus hijos; el pan reducido de tamaño que falta demasiado a menudo. La electricidad -que no solo alumbra, sino que es la energía para cocinar los alimentos, pues no hay servicio de gas en la mayor parte del país-, cada vez la ponen menos horas: últimamente apagones de 12, 15 y hasta 21 horas en un día; el servicio de agua, que ya es escaso normalmente, empeora al no poder bombear y se vuelve caótico: es el cuadro dantesco del día a día en Cuba.
No hay cabeza que repose en la Cuba de la continuidad de lo que no funciona. Si vas al trabajo o a la escuela, no hay transporte seguro ni a un precio equiparable al salario. Casi nunca hay garantías, ni siquiera tan caro. Los productos de primera necesidad ya no están garantizados a ningún nivel, como antes al menos en la canasta básica normada, ahora es con las MiPyMes.
Pero las MiPyMes venden caro, nada que ver con el salario. Más bien pareciera que sus ofertas son para ese sector de la población que recibe remesas, que cada vez es más numeroso con la ola migratoria desenfrenada. Parecido al concepto de tiendas en divisas del Estado, para los que tenían dólares. Pero los sin remesas no tienen otro lugar en donde comprar y terminan siendo los principales clientes del sector privado. Compran poco porque ganan poco, pero son muchos.
¡Es su empleador, el Estado, quien tiene que garantizarles un salario decoroso para comprar en el mercado que existe, o en su lugar garantizarles ofertas acordes al salario que les paga! Pero el Estado-partido-gobierno está quebrado y no puede garantizar ya nada, ni siquiera a la mínima expresión.
Se aferran a estrategias populistas que desvíen ‘la culpa’ de su incompetencia, alias bloqueo, hacia el sector privado. Aunque necesita ese complemento debido a su fracaso económico, los diezman con precios topados, actividades prohibidas, multas exorbitantes y una política fiscal exagerada. Les pasa la culpa de los problemas y siempre hay gente que lo cree, les funciona con un sector de la población.
Las MiPyMes no pueden vender más barato porque compran en el exterior, y también dentro de Cuba a empresas estatales, sus productos con dólares al precio del mercado informal. Y el mismo gobierno que no les vende dólares y los obliga a acudir a ese mercado 13 veces más caro, les culpa de precios abusivos y de la inflación. Pero lo realmente abusivo es seguir funcionando mal con un sistema fracasado y líderes nominales que se niegan al cambio necesario y urgente.
Sin embargo, aunque sea lo más visible, la mayor crisis que sufre Cuba no es material, sino espiritual. Somos un país roto, sin esperanza, cívica y políticamente maniatado. Las familias se separan por la migración, para buscarse el sustento fuera, en el capitalismo que sí funciona y mandar remesas al resto prisioneros del socialismo radical que no funciona.
Hijos criándose sin sus padres, a veces desde antes de cumplir un año, algunos sin uno y en muchos casos sin los dos. Matrimonios a distancia, vinculados por whatsapp. Muchos no resisten y se destruye la familia. Un precio elevado para la supervivencia económica, pero no ven otra opción viable.
La salud pública deteriorada hasta niveles inimaginables, al punto de que la gente teme más ingresar en un hospital que arriesgarse enfermo en casa. No hay medicinas ni en los hospitales. La gente, como zombis, padecen sus enfermedades crónicas y las siete plagas ya endémicas: dengue, oropouche, chinkunguya, covid, estafilococos, gripe que produce neumonía y sarna (escabiosis). Obligados a comprar en la calle los medicamentos a precios impagables, (porque aquello de ‘no te automediques’ es historia antigua), comprados en EUA y revendidos en Cuba. Algo inaudito, con el bajo poder adquisitivo de los salarios y pensiones, pero en la práctica la única opción.
Las tierras abandonadas o semi abandonadas por falta de combustible o de bueyes (porque han sido sacrificados por los delincuentes), para roturarla; o de mano de obra por la migración y el desencanto generalizado; y por el robo sistemático que hace inviable las inversiones en trabajo y recursos. Los centros de trabajo y oficinas semi parados por las restricciones del consumo eléctrico y el combustible, además de los incesantes apagones.
Realmente, es casi un estado fallido. Solo por la gobernabilidad y el control que ejerce el gobierno, ‘todavía’, es que no califica como tal. Y que, aun a rastras, la mayoría de la gente encuentra cómo mantenerse con vida, todavía no desfallecen en la vía pública notablemente.
Así está Cuba. Así la sufrimos desde dentro, en vivo y en directo. Y la realidad es mucho peor de lo que se puede describir con palabras que broten de un simple mortal. Haría falta un Dostoievski para dibujar fielmente una realidad tan cruda y cruel.