Reconocimiento del feminicidio en Cuba, uno de los pocos avances del 2019

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – El tema del feminicidio me vino a colación como tema de este post por una noticia que escuché recientemente en un noticiero del Canal Caribe. Hablaban, de feminicidio abiertamente, del Ministerio del Interior y daban datos, cosa extraña, pues parecía que hablaban de nuestro país.

De pronto me percato de que se trata de Uruguay y me desilusioné. Era mucho pedir que se cambiara tanto en este año con un tema tabú como este.

Pero al menos podemos decir que uno de los pocos logros del 2019, (tal vez el único, no me viene otro a la mente) sea que oficialmente se reconoció el feminicidio en Cuba. Aunque fuese discretamente como si no estuvieran modificando nada. Fue exactamente en abril en un informe a CEPAL (Comisión Económica para América Latina), relacionado con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Aunque solo se reconoció como tal a los casos que involucraban parejas sentimentales con las víctimas, por lo que solo fueron 50 mujeres asesinadas en 2016, (el año que se evaluó), fue, sin duda, un paso de avance. Y ha sido el resultado de una lucha ardua y constante de varios lustros ya, de la sociedad civil en forma más abierta y desde voces que también se han alzado en las instituciones, con la sutileza que implica.

La noticia alarmante sobre Uruguay, trasmitida por la televisión cubana, hablaba de un gran problema nacional en ese país relacionado con los feminicidios, que aparentemente es algo ajeno a nuestra nación, a juzgar por la casi nula cobertura mediática del tema. Al revisar los datos en Internet, en Uruguay en ese año 2016 se reportaron 22 casos, mientras Cuba reportó 50 casos de 137 mujeres asesinadas.

De la cifra de mujeres asesinadas, otro tanto califican como feminicidio, según la categorización internacional que aquí no rige, pero no sabemos el dato real. Solo contemplan los ejecutados por sus parejas y no por violadores o parejas de otras mujeres relacionadas que tuvieron que intentar defender, por ejemplo, lo que deja fuera, al menos, a dos de los casos de feminicidio más divulgados por Internet en ese año.

Presumiblemente, la cifra real hubo de superar los 90 casos en total, tal vez pasaron de 100. Aunque Uruguay tiene una población tres veces inferior a Cuba, al multiplicar 22 x3 suman 66, muy lejos de la problemática cubana. La diferencia es que otros países son transparentes en sus estadísticas, porque es un derecho ciudadano. Así la sociedad civil puede tener herramientas estadísticas para visibilizar sus problemáticas y enfocar sus luchas sociales. En Cuba no, aún seguimos luchando por conquistar cosas que en otras latitudes son derechos normales.

Revisando y revisando más veo que en el mismo país suramericano, que he tomado de ejemplo, por causa de la noticia en cuestión, al igual que en nuestro país el problema se mantiene en similares cifras hasta este año. La diferencia está en el accionar de la sociedad civil y en la libertad de expresión. Dos cosas que en nuestro país tienen serias limitantes.

Otra derivación que me provocó fue constatar cuán destacado es mi municipio en cuanto a los feminicidios. Este año, que yo recuerde y me haya podido enterar, (porque no se divulga por ningún medio de comunicación, debo repetirlo), hubo dos casos: un amante celoso y un exnovio presidiario ultimaron a mujeres en la flor de sus vidas, porque el machismo no les permitió resistir y aceptar el rechazo.

Y todos los años hay varios casos. Podría recordar más de diez en los últimos años, cerca de mi localidad, sin ningún esfuerzo mental: el hermano de un vecino cercano mató a su mujer, porque lo traicionaba; una enfermera amiga mía, su exnovio quería volver y ella no quiso, por eso la violó y asesinó; otro a diez cuadras más o menos hace unos años, en que el marido le dio un hachazo a la víctima en la cabeza en plena calle, delante de los hijos; el año pasado apareció una mujer muerta en un maletero; hace dos años un exnovio asesinó a una muchacha de mi barrio con un machete, después de perseguirla en plana calle y alcanzarla en el interior de una vivienda, donde intentó refugiarse. ¡Y faltan más!

De todos modos, es un paso de avance que se haya reconocido oficialmente la existencia de ese flagelo social. Esperemos que signifique solo el comienzo y en lo adelante sean más trasparentes y fiables las estadísticas y la evaluación de la problemática. Y lo más importante, que no los motiven los imperativos de organismos internacionales, sino la importancia de la información para nosotros mismos y la necesidad de un accionar cívico oficial y no oficial.