Mi nuevo emprendimiento y las circunstancias de mi activismo

para una Cuba mejor

Lo que estoy vendiendo.

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – Desde diciembre comencé un nuevo emprendimiento económico. Un merendero en el portal de mi casa. Oficialmente es una cafetería, pues así llaman a cualquier negocio pequeño o grande que expende alimentos en un lugar fijo. Pero café nunca he vendido todavía. Revendo más bien chucherías importadas de las que venden por internet los comerciantes, bebidas, y lo que aparece en medio de la crisis, pues las materias primas para trabajar están difíciles de encontrar y muy caras.

En realidad todo es muy caro y me cuesta un montón mantener el juicio con mis hijos, que en su inocencia se hacen a la idea de que al tener esos productos en mi oferta significa que están a mi alcance, que podemos consumirlos libremente. Y aunque no llega a ser igual, en alguna medida pasa parecido a los establecimientos estatales donde lo que se vende es tan caro que si se te poncha un par de refrescos o se te rompe el nailon de una chuchería, aunque lo aproveches se te va la ganancia de todo el día o de varios días.

Hacer este negocio es una alternativa de supervivencia ineludible. Vivir del periodismo independiente en Cuba solo es posible si eres un electrón libre, si no tienes las cargas que, aparte de los placeres, significa tener una familia. Aunque uno quiera dedicarse plenamente a la comunicación e incluso a ser un activista de la sociedad civil por la Cuba Mejor que queremos, tener responsabilidades filiales supera ese deseo y nos obliga a dedicar un tiempo valioso que podría ser para la causa, a gestionar lo que en otros lares serían nimiedades, pero aquí es imperativo de supervivencia.

Cuando empecé en el periodismo con Havana Times en 2015, gracias a la oportunidad maravillosa que me dio Circles Robinson, ya tenía esposa, dos hijas pequeñas y un hijastro. Ya estaba marcado y vigilado por la Seguridad del Estado por pensar en la democracia como motivo de reformas al menos en el propio sistema.

Al poco tiempo, imposibilitado de trabajar en instituciones del Estado sin bajar la cabeza, exploré colaborar con algún otro medio y se me dio la oportunidad en Diario de Cuba. Desde entonces me he mantenido fiel a los dos medios, y son parte de mi familia. Aparte de las relaciones de trabajo se crean lazos de amistad, admiración profesional y ética, y sentido de pertenencia.

La verdad soy emprendedor por naturaleza (a pesar de mi inclinación intelectual), es como un bichito dentro de uno, una energía y una visión. Al poco tiempo de estar en el periodismo, por la necesidad de cubrir mis necesidades y el deseo de mejorar mis condiciones de vida por supuesto, inicié con un amigo y uno de mis sobrinos un negocio de grabación del paquete de la semana.

Empezaba a ir bien cuando, el mismo día que me revisaron la casa, me quitaron los medios de hacer periodismo y me encarcelaron a 100 km de distancia rodeado de delincuentes peligrosos, también desmantelaron el negocio. No pudimos reiniciarlo porque realmente no tenía sentido bajo la misma amenaza.

Decidí entonces volcar mis energías en la agricultura, por ser algo más propio y aparentemente libre del Estado, en la parcela de media hectárea de mi padre. Con gran trabajo debido a la burocracia de la única empresa que controla ese cultivo, Tabacuba, emprendí en el tabaco de exportación. Aunque no me gusta ser paranoico, si bien tuve buenos resultados en la práctica como agricultor, por los manejos de la empresa nunca pude tener un buen resultado económico.

Me gané el respeto de los demás campesinos, me consultaban, me usaban de referente y mi cosecha era admirada, pero al lidiar con una empresa estatal que lo comercializa obligatoriamente, no me fue bien. Y como no me gusta hablar sin pruebas, atribuyo todo el problema al mal funcionamiento endémico de las empresas estatales cubanas y no a un interés ‘oculto en las sombras’ de que no tuviera solvencia, como piensan todos los que me rodean.

Ahora, compelido por el elevado costo de la vida y la proximidad de los 15 años de mi hija mayor, me arriesgué a iniciar el merendero en el portal. Realmente solo permiten que sea en un lugar de la vivienda, las trabas impiden que sea aparte. Me va bastante bien porque tengo actitud para el comercio, eso que afuera le dicen ‘don de gentes’ pero, la verdad, me roba mucho tiempo.

Todos los días me levanto queriendo escribir para terminar o iniciar un trabajo para los medios en que publico o salir a buscar información o una fotografía importante, pero muchas veces lo tengo que posponer. Se me hace imposible hacer tiempo entre buscar un producto y otro. Me cuesta hasta estar al día con las noticias y la política, que es mi pasión. Es la parte lamentable. Necesito días de más de 30 horas por lo menos.

La supervivencia me impide dedicarme de a lleno a Cuba y a lo que me atrapa. Y tengo bien claro que si ‘los que me atienden’ se molestan con algún artículo, de lo que entre vender un refresco y una pastica de maní logro escribir, me desmantelarán el negocio nuevamente. Es fácil para ellos porque aquí el límite entre lo legal y lo ilegal es impreciso.

Lo paradójico es que el discurso oficial nos pinta como asalariados, mercenarios, gente que no se mueve por ideales sino en busca de beneficios económicos. Mi experiencia personal, al menos, me ha demostrado que uno de los puntos cojos de esta batalla por la democracia es que ser opositor o activista de la sociedad civil es tal vez el peor camino económicamente hablando, salvo excepciones. Y cuando lo emprendemos es por convicción; y hay que renunciar a muchas cosas.

Para aprovechar las pocas posibilidades que da el sistema, sea en el sector estatal o privado, hay que ser fiel, obediente o pasar inadvertido; y para aprovechar las oportunidades que da el gobierno norteamericano en apoyo a la lucha por la democracia, principalmente emigrar por los nuevos canales, los negocios online que usan de puente los EUA o conseguir un visado para viajar a ese país u otros, hay que tener el dinero que siendo opositor no se puede, si acaso no estás regulado.

Incluso el programa de refugiados fue suspendido y la solidaridad de los coterráneos en el norte se está cotizando como el oro, en la bolsa de valores de las redes sociales. En fin, que no existe un resquicio real para que un opositor, un periodista independiente o un activista de la sociedad civil, cien veces más cansado y necesitado de escapar que los que no se han atrevido a serlo, pueda usar sin drama este canal migratorio, máxime si la tónica es azuzarnos para que nos inmolemos.

Díaz Canel pide a sus seguidores ‘resistencia creativa’ para mantener a flote el sistema, pero para estar en la batalla por la nueva Cuba y no desfallecer o no ser molido o no decepcionarse, se necesita mucho más.

Mantener la cabeza en alto, buscar soluciones, entender que la batalla es más larga de lo que un ser humano puede resistir y hasta esperar, incluso por estas falencias, y no dejarse manipular ni por los tirios ni por troyanos, es el camino que veo más digno. Buscar el equilibrio de supervivencia sin abandonar las convicciones y el compromiso patriótico. Y seguir trabajando por una Cuba Mejor sin descuidar a la familia, con la fe de que un día no muy lejano todo será diferente. 

Lea más de Osmel Ramírez aquí.

Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

Osmel Ramirez has 179 posts and counting. See all posts by Osmel Ramirez

One thought on “Mi nuevo emprendimiento y las circunstancias de mi activismo

  • Es triste ver múltiples portales en los pueblos revendiendo productos importados cuando lo importante es fomentar la producción nacional, pero así son las cosas, es una economía parásita e ineficiente. Triste futuro tiene un país donde sea más barato importar que producir. Esperemos que sigas escribiendo y contando sus experiencias de negociante.

Comentarios cerrados.