Las protestas en Cuba y su significado

Mapa de manifestaciones ciudadanas de protesta ocurridas en Cuba a partir de julio de 2022 Por proyectoinventario

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – Después del 11 de julio del 2021, cuando tuvo lugar el estallido social en Cuba y el pueblo demostró su rebeldía contra la continuidad del sistema y la crisis nacional profunda e insoportable que ello acarrea, muchas cosas cambiaron para siempre en nuestro país. Es una realidad innegable.

Una de ellas es el hábito de protestar, de salir a expresar el descontento en las calles. Una ganancia que, aunque no es aún generalizada ni se asume todavía como un derecho al que se tiene acceso sin consecuencias, ya se ejercita cada vez más. Y una muestra fehaciente son las protestas contra los apagones prolongados antes y después del huracán Ian.

Es tan raro todavía ver a nuestro pueblo salir a las calles sin ser convocados por el gobierno para sus intereses mediante los mecanismos de control social, que todavía no lo interpretamos como lo que es: la expresión de un derecho humano, no más. Y una ganancia inmensa e importante por sí sola.

Pero al ver la gente en la calle por cualquier detonante, como los apagones ahora y el colapso del sistema sanitario el año pasado, muchos buenos cubanos desesperados por un cambio democrático ven que alcanza para derrotar al gobierno del PCC y se hacen esa expectativa rígida.

Confunden a un pueblo que apenas está aprendiendo a tener civismo y que, cansado y aún con pocas herramientas, se ha dispuesto a enfrentar al sistema, con un pueblo maduro cívicamente y dispuesto a derrotarlos con una sublevación social sostenida. Una expectativa un poco desfasada de la realidad y por tanto, insatisfecha. Porque ese no ha sido el escenario y es muy poco probable que lo sea por ahora.

Estamos avanzando, el pueblo se crece en su despertar cívico y las protestas son un ejemplo de ello. Es un pueblo casi completamente divorciado de la continuidad del sistema con el liderazgo del actual gobierno de Miguel M. Díaz Canel, y de ese hecho social simbólico que se le llama ‘la Revolución’, o del socialismo, pero en menor grado. Es un pueblo heterogéneo, pero muy de acuerdo en que Cuba necesita cambios urgentes y el gobierno no da señales de aceptarlo.

Lo prudente para la oposición política pacífica sería no poner el listón demasiado alto para la corta vara del civismo de nuestro pueblo, minimizada por el totalitarismo aún intacto, y aprovechar los eventos en su justa medida para poder tener más ganancias y no otras decepciones. El PCC no está derrotado, pero está fuera de su zona de confort y por eso es la hora de sacar ganancias democráticas, no de ir a por su derrota total.

Aquella estrategia del Movimiento San Isidro, del grupo 27N y de Archipiélago, sigue siendo el camino. Si no se puede desde dentro sería factible desde fuera, pero la estrategia ganadora es insistir en la vía del diálogo y de fortalecer el civismo, no desistir por ninguna razón.

La represión diezma esos esfuerzos, obliga a cambiar los escenarios, pero no puede desenfocarnos ni radicalizarnos. Combatir a una oposición radicalizada es cómodo para el sistema, pero a una oposición moderada y dispuesta al diálogo, que no para porque mantiene la sangre fría tan necesaria en política y que no se va al extremo pase la represión que pase, les mueve el piso, los debilita y muy probablemente los obligaría al reconocimiento tácito y a un eventual diálogo. Que aun fracasando, siempre será de gran ganancia para la oposición. Más ganancia que forzar al pueblo a hacer algo para lo que no está listo y que le sería muy costoso.

Nuestro pueblo va a salir a manifestarse cada vez con más frecuencia, de eso no hay dudas. El hartazgo por la miseria y la escasez es la causa real. Cualquier eventualidad como un huracán, un corte de electricidad prolongado, el atraso en los alimentos de la canasta básica normada o un tsunami, serían solo el detonante. La dinamita es el cansancio, la falta de esperanzas y la nula credibilidad del gobierno.

Dotar a la gente de un plan coherente, de una hoja de ruta que les convenza y ‘los enamore’, sería lo más sensato. Llenar el vacío político que dejó el PCC al perder la credibilidad con el pueblo, es un imperativo.

Pero para ello hay que superar muchas barreras mentales y además, estudiar a nuestro pueblo con humildad y objetividad, y lo más importante, respetar su situación política y expectativas. Una fórmula que no es patrimonio de nadie, más probable es que sea la oposición la que reaccione y aproveche el terreno fértil y vacío, pero nada impide que también lo pueda hacer el gobierno, si pudiera deshacerse de sus dogmas y miserias. Lo más importante sería el desenlace: ganando Cuba, ganamos todos.

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Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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