El cumpleaños de mi niña, acuarela de la eterna coyuntura

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – El pasado día 3 de agosto, mi niña más pequeña, Alisay, cumplió 5 años de edad. Me encanta celebrar los cumpleaños, como se pueda, en dependencia del momento, aunque hasta ahora siempre ha tenido que ser de manera muy sencilla. No acostumbro dejar pasar ‘por alto’ ese único día del año en que, una vez que llega, completamos otro aniversario de nacidos.

Para mí y mis hijos no es un día cualquiera y creo que la vida es eso, los pequeños momentos de alegría en familia y el significado simbólico que le damos a algunas cosas y fechas, para que la monotonía o el exceso de pragmatismo no nos devoren lo humano. La niña, más que yo mismo, ama los cumpleaños y el pastel sabroso y alegórico, porque es tema recurrente en los dibujos animados que ve y desde hace días esperaba el momento.

Me pidió pellys, chupa chupas y caramelos, además del pastel. Cosas triviales a simple vista. Pero llegado el día, la verdad, no le pude conseguir nada de lo comprometido. En todo Mayarí no encontré nada de nada, ni en las tiendas en CUC ni en la calle. Visité varios dulceros y todos me dijeron lo mismo: “Si me traes los huevos te hago el cake”. Pero ¿de dónde sacaría yo los dichosos huevos?

Si supiera dónde encontrar huevos, al precio que fuera, le compraba a mi niña, pero no para el pastel de cumpleaños, porque sería un crimen, sino para comer en el día a día. La tortilla es su plato favorito y en mi bodega no cogemos huevos, porque es un área suburbana. Por suerte las dos abuelas, que compran los productos normados en la zona urbana, le regalan cinco huevos cada una todos los meses y gracias a eso resuelvo unos pocos días.

Desechado el cake opté por buscar variantes. Tras mucho bregar hallé un vendedor de pastica de maní molido y le compré. Encontré otro que vendía rositas de maíz y también aproveché. En los ‘catres’ de los cuentapropistas le compré dos o tres jugueticos plásticos de color amarillo, que es su preferido.

Son horribles esos juguetes inventados, pero los niños no entran en esos detalles y no hay de otra, por lo menos aquí. Hay que ver la alegría que sienten con cualquier cosa de esas, hechas con mucho ingenio, pero de un plástico reciclado que nadie sabe si hace daño o no. 

Antes de llegar a casa también compré unas cuantas pizzas. La niña me recibió con mucha expectativa, junto a sus hermanos y el resto de la familia. Saqué las pizzas del bolso y se pusieron felices. En el refrigerador tenía a mano una jarra de refresco natural de mango, de los de la mata del patio, aunque un poco bombo porque el azúcar está perdida. Y las pasticas de maní junto a las rositas completaron el buffet.

Aquello parecía una fiesta planificada, así tal como era. La niña estaba feliz con sus jugueticos. Le dije, señalando la pizza que comía: “Chichi, este es el pastel de este año porque no hay huevos”. Ella entendió bien, porque no hay día que no pida, infructuosamente por lo general, que le hagan un merengue o una tortilla.

“En vez de caramelos y chupa chupas te traje pastica de maní. Y esto otro (mostrándole las rositas) es ‘pelly a lo cubano’”. -Le dije. A ella todo le encantó en el momento, pero al rato me preguntó por qué no había traído lo que ella me había pedido.

Año tras año se va haciendo más fácil de explicar, no solo porque aumenta su desarrollo y su conciencia, sino porque desde que nació estoy tratando de que entienda que aquí en Cuba no es como en los países donde hacen los dibujos animados que ella ve. Allá con gran facilidad cuando necesitan o quieren algo simplemente consiguen el dinero y lo compran en la tienda. Ella ve que hay tienda de esto y de lo otro. Pero aquí nunca hay nada en las tiendas, y tristemente lo tiene que comprender, aunque sea una materia complicada.

Y ese día tuve remembranzas de mi niñez, cuando en la escuela me decían que los niños cubanos éramos los más dichosos del mundo, porque Fidel, ‘el padre de todos los cubanos’, nos había regalado la Revolución. Sin duda que lo creíamos, porque todos los relatos de las lecturas eran apologías a los héroes, al sistema y muchos dramas terribles de la vida antes de 1959.

No existía para nosotros la vacuna del ‘paquete semanal’, sobre el mundo exterior, ni los medios audiovisuales de reproducción actuales. Los únicos muñequitos que veíamos eran de Elpidio Valdés, Cecilín y Coti, Chucha la cederista y uno que otro venido de Rusia, que los repetían todos los días.

Más allá del cumpleaños, sobre la situación crítica que llevamos los cubanos, espero que podamos tener un futuro mejor y mis niños no tengan que vivir con sus hijos lo que yo con ellos. Ojalá que este tiempo exageradamente prolongado de vicisitudes y falta de opciones sea más pronto que tarde cosa del pasado. La pequeña Alisay, como todo infante, es ingenua. Al final, de manera diferente a lo que queríamos, pasó feliz su cumpleaños, pero mi corazón de padre sabe que no fue normal. Esto que estamos viviendo, simplemente, no es vida.

Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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2 thoughts on “El cumpleaños de mi niña, acuarela de la eterna coyuntura

  • Osmel, los niños tienen muchas fantasías, si le haces dibujos y los recortas también pueden ser regalos. Yo dibujaba jovencitas y las hacia ropas de papel, en mi epoca existian las cuquitas, que venian en la ultima hoja de una revista. También puedes hacer dulces caseros sin usar leche y huevos, con frutas y pan. He hecho algunas veces pudin de pan sin leche, solo con pan y agua y trozos de fruta. Hay que buscar alternativas. Muchas felicidades para tu niña.

  • Los niños son seres pequeños con sueños y fantasía, nunca deberíamos acelerar esa etapa, que la disfruten, a ellos no hay que explicarle los problemas de los mayores, ni meterle en su pequeña cabecita los problemas de revoluciones, ni de sacrificios, son niños y que como tal vivan

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