Dañinas paradojas en servicios al pueblo mayaricero, en medio de la coyuntura

Por Osmel Ramírez Álvarez

Los cocheros evaden las piqueras por el bajísimo precio en busca de alquileres mientras la población se aglomera hasta que aparezca uno.

HAVANA TIMES – Como vivo en un municipio de Holguín, que es, de hecho, una provincia del interior más apartado de Cuba, la carencia de combustible actual no ha repercutido casi nada en el transporte público por ómnibus, porque desde que se cayó la Unión Soviética aquí todo se destruyó y no ha mejorado nada.

Más bien, ha empeorado con el proceso de destrucción de las industrias, (un central y una fábrica de níquel), que en sus transportes de obreros la gente resolvía.

Coches (jalados por caballos) y carretones y bicitaxis son los medios predominantes en este municipio de 105 mil habitantes, que aún lleno de riquezas vive en la más absurda pobreza y tiene migración negativa desde hace más de dos décadas, cuando llegó a tener 112 mil habitantes.

Pero el colmo de los colmos es que las autoridades políticas y de Transporte en el territorio son tan ineficaces que han provocado desde hace aproximadamente tres años una crisis con los cocheros, que dificulta, desde entonces, el buen funcionamiento que tuvo el rústico servicio particular.

Redujeron el pasaje de dos pesos a un peso, en una ruta principal que dista 3,5 km llenos de baches infernales; con eso todos hemos salido perjudicados, cocheros y el pueblo, pero no lo arreglan por autoritarios puesto que les importa un comino hacer justicia y resolver los problemas de la gente.

Desde entonces la población sufre, ya que los cocheros evaden la ruta en busca de alquileres, pues no solo es irrentable cargar esa distancia con 8 pasajeros por 8 miserables pesos. Tampoco pueden incrementar el número de viajes para compensar, debido al pésimo estado de las vías, inaguantable para los caballos, porque es un hueco tras otro.

Los cocheros han intentado hacer hasta huelgas, pero les amenazan con retirarles la licencia si no se incorporan rápidamente. Por el contrario, a cada rato inventan reglas nuevas y cada vez más absurdas, que los asechan con multas de más de mil pesos.

Imaginen, transportar más de mil pasajeros para pagar una multa, por cosas tales como cargar un pasajero de más, no traer un pomito con agua para lavarse las manos, no actualizar el permiso de piquera a tiempo, y así por el estilo.

Mi bicicleta es considerada una moto a conveniencia y me cobran cinco pesos, 2,5 veces mas

Pero mientras un cochero no puede subir su precio por un servicio que lleva inversión alta en caballos costosos, alimentos caros como sacos de yerba picada, miel de caña a 120 pesos un pomo de 20 litros, herraduras, arreos o reparar la carriola a menudo debido a que se desarma con los baches, permiten que un cuidador de bicicletas en el único policlínico de Mayarí suba la tarifa por parquear, de un peso a dos.

Pero dos pesos por parquear, igual que por montar en un coche, sería poco porque cada año el peso cubano tiene un valor real más depreciado. Sin embargo, les cuento que mi bicicleta tiene que pagar cinco pesos, siendo del mismo tamaño que otra cualquiera y ocupando similar espacio.

La diferencia no debería ser de la incumbencia del parqueador, y es que funciona con electricidad. Eso es completamente injustificado, porque a los efectos de su servicio no hay diferencia entre una bicicleta con solo pedales y cadena y otra que el dueño le ha incorporado un motor eléctrico en su rodamiento. Es, a mi juicio, una forma de robar dinero, y lo peor, con licencia estatal para hacerlo impunemente.

No hay en el policlínico ningún trabajador, ni médico de experiencia ni el propio director, que ganara la mitad de los ingresos del parqueador de bicicletas cuando cobraba solo un peso, pues es un lugar súper concurrido, abarrotado de gente permanentemente que entra y sale y por eso parquean cientos de bicicletas y decenas de motores a diario. Es un trabajo lucrativo que no lleva ninguna inversión, a diferencia de los cocheros.

Y con la crisis también hay falta de reactivos para los laboratorios de análisis clínicos o los materiales de la clínica estomatológica. Mi esposa, por ejemplo, necesita un tratamiento estomatológico urgente, pero lleva más de un mes sin resolver, y ya ha ido cuatro veces a los turnos que le dan en vano por falta de gaza y otros medios.

El parqueador le ha cobrado en total 20 pesos por apenas minutos para preguntar. Cuando finalmente resuelva, no le será gratis el servicio, habrá dejado el pago en el bolsillo inescrupuloso de ese parqueador.

Soy defensor de los derechos de los cuentapropistas, me opongo a que los asedien con multas exorbitantes y abogo para que tengan libertad de trabajar y derecho a un margen razonable, como en el caso de los cocheros.

Pero los hay como este parqueador que se aprovechan del pueblo y abusan, y merecerían que le dieran una oportunidad a otro que desee tener una relación con sus clientes de ganar-ganar. Porque ni siquiera usa un local propio, sino el garaje techado de la propia instalación de Salud.

Son dañinas paradojas que repercuten negativamente en el pueblo en medio de una coyuntura hostil de la misma crisis del sistema socialista radical. Y no viene de afuera.

 

 

 

Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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