Continúa el problema con el transporte en Mayarí
Por Osmel Ramírez Álvarez
HAVANA TIMES – El transporte en la ciudad de Mayarí, cabecera del segundo municipio más poblado de Holguín, es mayoritariamente por coches tirados por caballos. El servicio público de ómnibus urbanos existe, pero es completamente disfuncional. No tiene estabilidad, porque adolece muy frecuentemente de recursos básicos para su funcionamiento, como gomas de repuesto y combustible. La opción permanente son los coches.
Hasta hace un par de años era muy fácil montarse en un coche. Estaban en las piqueras haciendo cola, hasta que los pasajeros llegaban poco a poco y se llenaba. Costaba dos pesos para la ruta del Cocal, de 3.5 km y un peso para la de la salida del pueblo, de 1.5 km. Parecía justo y funcionaba bien.
Los cocheros son verdaderos esclavos de sus animales, porque al menor descuido, diurno o nocturno, los ladrones siempre al asecho los roban y piden rescate, de varios miles de pesos. Un saco de yerba cuesta 10 pesos y una lata de miel de caña 100 pesos. Del primero deben comprar dos diarios, y lo segundo dura para una semana, dándole pequeñas dosis al caballo, para que pueda resistir, sin perder fuerza, el duro trabajo. También invierten en herraduras hasta dos veces por mes. Además del pago de la patente, impuesto de circulación y la piquera.
De pronto, el Gobierno municipal decidió de manera arbitraria que la ruta del Cocal, que es más del doble de distancia que la de la salida, cueste también un peso. Según se supo fue motivado por quejas de los trabajadores de esa localidad, a quienes les resultaba caro el precio para transportarse al trabajo y ganan poco. Un problema de salario bajo se resolvió bajando el precio injustamente, a costa de los cocheros.
La imposición trajo consigo que los cocheros no quisieran hacer el tiro de pasajeros hacia el Cocal y se aglomeren hacia la otra ruta. O esperan alquileres. En resumen, no hay regularmente coches disponibles para la ruta más transitada, y lejos de llegar y montar fácilmente, ahora las personas se aglomeran ansiosas, implorando a los cocheros que vayan a su ruta y peleando por montar cuando, por casualidad, alguno desea llevarlos.
Es una muestra de los pésimos resultados de tomar medidas autoritarias sin tener en cuenta los intereses de todos los involucrados. Súmesele que la avenida Leytevidal, por donde se hace el 90% de la ruta del Cocal, está llena de baches y zanjas de tuberías de agua que han sido reparadas, por lo que conducir un coche lleno de pasajeros por solo un peso, es decir 7 pesos por transportar a 7 personas por 3.5 km, es un calvario.
Además de no ser un precio justo para el cuentapropista, ni tampoco un trabajo adecuado para los caballos, que hacen tanto esfuerzo saliendo de un bache para entrar en otro al instante, lo cual podría catalogarse como abuso animal, un delito que no existe porque no hay leyes que protejan a los equinos.
Para colmo, es bueno señalar que la miel de caña la tienen que comprar a los comerciantes ilegales, porque siendo un producto que elabora el Estado, este no tiene establecida su comercialización minorista, ni es asignado a los cocheros. Solo las empresas estatales o cooperativas pueden comprarla directamente en los pocos centrales azucareros que quedan funcionando. Y ninguna empresa tiene responsabilidad de suministrarlo, como la lógica lo indicaría. Los comerciantes ilegales aprovechan el habitual despiste e ineficacia del sistema estatal socialista planificado y con mucho riesgo suplen las demandas, pero tiene un mayor costo que si fuese legal.
El Estado no se conforma con no atender su responsabilidad en los suministros, ni con descuidar el arreglo de las calles, cobrar altos impuestos o imponerles un precio bajo e irrentable, también de vez en cuando hace operativos y capturan los depósitos de los comerciantes ilegales de miel de caña y se producen crisis de varias semanas sin que el producto aparezca. Con ese inconveniente los coches dejan de trabajar y el transporte se pone peor todavía.
Ya parece demasiado, pero no puedo dejar de mencionar las multas. Los cocheros tienen identificado más de veinte razones para que se les multe. Puede ser un pasajero de más, no traer toda la documentación en regla, o no cargar con un pomo con agua y un pañuelo para limpiarse las manos.
Parece bien a simple vista por cuestiones de orden e higiene, pero el monto es exagerado con relación al precio del pasaje. Hasta hace unos meses la multa menor era de 700 pesos y pareciendo poco, la subieron a mil. ¡Deben transportar mil pasajeros que pagan un peso para pagar una multa por tener un pasajero de más! Imaginen cuántos inspectores merodean a los cocheros para cumplir el plan mensual de recaudación.
En resumen, son muchos los problemas, y lo más fácil es querer hacer populismo con los particulares, bajando el precio del pasaje al 50% y destruir el equilibrio de un pequeño Trabajo por Cuenta Propia, que no desaparece del todo solamente por la ausencia de oportunidades.
La otra opción sería trabajar para el Estado por menos de un dólar al día, que es una desgracia mayor. Lo interesante es que si analizamos al resto de los cuentapropistas viven un drama de irregularidades, trabas y vejaciones similares, que terminan produciendo corrupción, ilegalidades y mal funcionamiento. Este sector podría tener un mayor protagonismo e impacto en nuestra economía, pero sufre el lastre de los males del sistema, al que se haya atado precisamente para que no se suelte.
Cree el habanero vanidoso que la isla entera es su aldea… gracias Osmel por recordarnos y hacernos pensar en el resto de la isla. Probablemente la próxima rebelión que sacuda la isla se inicie en el Oriente como tantas otras. Viva Cuba Libre y democrática.
Es bueno eso que dices, que tengamos presente que, aunque veamos que en la Habana hay miles de problemas, sépase que en el interior es peor. gracias amigo por comentar.