Bendecido por la naturaleza y más

 

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – Desde que nací, vivo en el mismo lugar, en el barrio de Guayabo del valle mayaricero, en la provincia de Holguin. Ver el horizonte rodeado de montañas es algo que está en mi psiquis. Por eso cuando viajo a la capital y traspaso Las Tunas, donde comienzan las extensas llanuras del Camagüey, encuentro el paisaje monótono y abrumador. 

En mi rinconcito oriental vivo feliz, rodeado de bondades naturales. No significa que todos vivimos igual, yo tengo el privilegio de vivir en el campo y tener tierra. La mayoría no la tiene. En mi barrio de cada 10 casas solo dos tienen donde cultivar, el campo está lleno de proletarios, sean estatales o privados.

Hace pocos años mi padre heredó dos hectáreas y me las cedió, pero es para el disfrute familiar, no solo mío. Hasta el pasado año sembré tabaco principalmente y a partir de ahora cosecharé alimentos, porque la hoja dejó de ser un buen negocio y es ahora muy azaroso. No depende la ganancia de tu esfuerzo solamente, sino de la suerte, por una serie de malos manejos estatales. Pero ese tema ya lo traté en un post anterior.

Ahora quiero hacer énfasis en las bondades naturales de mi pedacito de Cuba. Claro que no toda la Isla es un “vallecito florido”, como se le denomina en una canción a Mayarí, pero en general es muy verde y fértil nuestro país.

Tengo en mi patio 9 matas de mango, dos aún no producen, pero lo harán el próximo año. Son de variedades como mamey, pera, haitiano o cutara, toledo, hilacha y hay y dos que no le sé el nombre. Ya la cosecha se está acabando, aunque todavía regalo mangos a los vecinos o caminantes para que no se pudran. Hay tantos que no se pueden vender, y Acopio no es eficiente en contratarlos y recibirlos. Se pierden en esta zona toneladas de mango todos los años.

Tengo también 7 matas de aguacate, todas excelentes y de gran tamaño. Ya estamos consumiendo algunos adelantados y tendremos hasta diciembre, porque una de las matas es de variedad tardía. De esta fruta-ensalada sí vendemos a veces, por cantidad, a dos o tres pesos a los revendedores. Por su tamaño, en La Habana los he visto a 10 o 15 pesos años atrás, ahora deben ser más caros tal vez. Yo nunca he comprado ni aguacate ni mango, ni limón, ni muchas cosas que crecen en mi patio.

Tengo dos matas de limón, una de naranja agria, una de toronjas, dos de papaya (fruta bomba), una de guayaba, una de canistel, una de mamón o anón de manteca y llevo dos pequeñas de naranja dulce. Catorce palmas reales adornan el paisaje y proveen de palmicha, yaguas y guano, siempre útiles. En varios sitios el cilantro (culantro le decimos aquí) crece a su gusto por la humedad y la sombra, al igual que el orégano, la salvia, el anisón y el magüiro, plantas que son especias aromáticas o medicinales.

Cien plantas de café, entre robusta y arábigo, nos dan el café del año. Dentro hay plantas de achote (achiote o bija) que sirve para dar color a la comida (bijol) y muchas de guineo (platanito), tambur (plátano burro). Entre guineo, tambur y plátano (macho) tenemos más de 150 plantones, que cada uno puede tener varias plantas, por lo que casi siempre hay alguno listo para la recolección. Debajo, donde no hay cafetos, crecen casi silvestres algunas malangas (guaguí). Rara vez compramos viandas.

El área de siembra, arable, es de solo media hectárea (3/4 de una rosa) y tiene un pozo para el riego, con casi 30 pies de profundidad (9 metros). Con la tierra aquí se usa la unidad de medida “rosa” (18 rosas equivale a una caballería o 13.42 ha) y “pies” americanos solo para medir madera y profundidad de los pozos. Para poder instalar un contador eléctrico y una bomba de agua hube de cercarlo con una jaula metálica con cierre reforzado, porque los ladrones se roban cualquier objeto de valor.

Me siento privilegiado por tener este pedazo de tierra en una zona suburbana, bastante accesible a la ciudad, con calle asfaltada al frente, aunque cada vez más se llena de baches que nadie arregla. No me da para vivir holgadamente y debo trabajar en otra cosa para mantener a mis hijos con los precios tan elevados de todo, pero es de gran ayuda y agradable seguridad tener una parcela fértil. En un corral de hierro también criamos algunos cerdos para la familia.

Me gusta mucho este lugar y es donde nací. Por eso no me he marchado para la capital o Santiago de Cuba, donde vive la mitad materna de mi familia. Antes me sentía aislado, era lo penoso, pero con las nuevas tecnologías y como finalmente el Gobierno permitió acceder a ellas, me siento conectado al resto del mundo.

Sin embargo, tal vez me vea compelido a abandonar mi terruño querido. Siempre he estado dispuesto a hacerlo si fuera necesario para ser útil a mi país, no estoy aferrado a nada de manera excesiva. Pero jamás pensé que fuera obligado por la represión. La Seguridad del Estado aquí parece ser más extremista en su cuestionable trabajo que en otros lados o como soy el único periodista independiente se concentran mucho en mí y tratan mi labor comunicacional como una afrenta.

Tal vez no suceda, pues no depende solamente de querer, pues no siempre querer es poder, pero si me ven salir de Mayarí, sea para donde sea, sepan de antemano que sería por esta causa y ya conocen cuántas cosas buenas abandono. Aquí me siento bendecido por la naturaleza y estoy rodeado de mi familia.  Cosas que considero tesoros invaluables.

Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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6 thoughts on “Bendecido por la naturaleza y más

  • Qué suerte y buen trabajo! Espero que te dejen en paz para que no tengas q abandonar ese hermoso lugar

  • Osmel, el cilantro y el culantro son diferentes. De todas maneras siempre quise tener una finquita como la tuya. Envidia sana

  • Hermano la tierra es la misma donde sea mientras tus pisadas estén cerca de las pisadas de tu familia, lo importante no es el donde sino el con quien. Mudarse, emigrar es muy humano, además recuerda el bello fragmento de Martí en Abdala.

    El amor madre …

    Un abrazo y has lo que tengas que hacer

  • Yo también lo espero.

  • Bueno aquí culantro es una matita cuya hoja es larga y verde muy aromática que se le echa al potaje, congrí, sopas y carnes, con tronco pequeño rasante al suelo. Creo que en la capital le dicen cilantro, ahora me dejas con duda. Investigaré.

  • Pienso así, solo aprecio mi lugar. Igual apreciaré otros. Un abrazo.

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