Pintando uñas ¿se aprende a pintar?

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — “Yadira siempre tuvo inquietudes con la pintura. Cuando pequeña se pasaba horas sentada en la mesa del comedor, pintando con crayolas sobre una hoja de papel”. Eso me lo cuenta su abuela, porque en aquella época yo no la conocía.

Hoy Yadira se gana la vida como manicure. “Mira mi catálogo. Tiene muestras de todos mis trabajos”, me dice. Uñas de todos los colores, con dibujos complicadísimos y bellos; algunos salidos de su imaginación y otros copiados de revistas, lo completan.

En la sala de su casa tiene un espacio dedicado a su trabajo, con equipamiento moderno traído por sus padres desde el Norte.

Sus padres que, por cierto, fueron las que la embullaron a pasar la carrera de instructora de arte; antes de emigrar a los Estados Unidos.

“Yadira, tú tienes estudios, talento y vocación, ¿porqué no seguiste el camino de las artes plásticas?”.

“La vida me ha ido llevando por este otro camino ―me dice sin convicción―. Cuando mami y papi se fueron probé suerte con el arreglo de uñas y desde entonces me ha ido bastante bien. Dinero no me falta. Además, me divierto mucho haciendo el trabajo”.

Ponerse las uñas postizas es hoy para las jóvenes cubanas una renta bastante alta. Cuesta alrededor de 15 CUC colocárselas, y luego entre 3 y 5 CUC semanales o quincenales para mantenerlas o cambiar el diseño.