Mi aporte al Congreso de los CDR

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — Se acerca un nuevo congreso de los CDR y al parecer trae aires de renovación. Eso, sería una buena señal, pues indica la aceptación, por parte de las autoridades cubanas, de que algo no anda bien en cuanto a dicha organización.

No obstante, sospecho que se trata de un amago porque, a mi parecer, para resolver la crisis que hoy atraviesan los CDR hace falta algo más que reconocer “nuestros errores”; hace falta cambiar el planteamiento en sí de los Comités de Defensa de la Revolución.

¿Por qué lo digo? Hay problemas en su funcionamiento que hacen de esta organización, hoy en día, algo rígido y obsoleto. Las grandes masas han dejado de verla como algo propio, como una herramienta para resolver problemas de la comunidad.

Tal vez se deba al carácter excesivamente político que cada vez va siendo más difícil disimular.  Los Comités funcionan como un mecanismo de presión y de control sobre todos las personas mayores de catorce años en este país.

Pertenecer a ellos es prácticamente obligatorio, aunque no conozca alguna legislación en este sentido, la presión social que se ejerce sobre los pocos que se han resistido a pertenecer, es grande.

Desde los CDR se controlan los trámites de Vivienda, de nuevos empleos, igual que trámites legales e investigativos. Será el presidente de tu CDR quien tendrá la última palabra en situaciones como esas. Ellos, frecuentemente abusan del poder que el cargo les confiere, en función de vengar rencillas personales.

Ya dentro de la organización deberás cumplir con las tareas asignadas para crear un buen estado de opinión en tu favor, o sea, si eres un buen cederista “se supone” que eres una buena persona, y las condiciones que debes cumplir para demostrarlo serán: una guardia cederista mensual, recoger materia prima, donar sangre, asistir a todas las fiestas y reuniones y, sobretodo, denunciar los “delitos” en tu comunidad.

Pero en la Cuba de hoy los límites éticos se han desplazado a una distancia prudencial de los límites legales. Han surgido conceptos como “luchar”, o más claramente, robar al Estado, que no son necesariamente entendidas como “delito”. Así, la gente más bien opta por protegerse unos a otros, porque todos necesitan de ese “delito” para sobrevivir.

De ahí que hoy los CDR vayan por un lado y la gente por el otro, cumpliendo más o menos para quedar bien, pero no porque se sientan miembros de una herramienta importante para resolver los problemas del pueblo.

Y no es que donar sangre y cuidar la comunidad de robos y allanamientos esté mal, para nada; es el modo centralizado, rígido y obligatorio con que se trabaja. Aunque resulta útil decir que el tema de recolectar materia prima está totalmente obsoleto, según los nuevos cambios operados en esta esfera.

Uno de los problemas más graves es la falta de voz de los Comités de base, y con ellos, del propio cederista. La verticalidad en el trabajo hace que unos ordenen desde arriba y otros, desde abajo, obedezcan, o rechacen sin siquiera analizar. Así, el trabajo se hace demasiado mecánico, contribuyendo un poquito más a la ya exasperante automatización del ser humano.

Los problemas que conciernen a la comunidad, y que a veces pueden ser resueltos en el marco de las reuniones, en muchas ocasiones quedan ausentes del tintero debido a esa misma automatización.

Luego las entidades de cada zona, que responden a intereses gubernamentales, actúan parecido a las trasnacionales capitalistas que tanto criticamos. O sea, que zonas como la mía, tan necesitadas de ayuda y con tantas fábricas aportando solo contaminación, no encuentran repuesta a sus demandas a través del delegado.

Todo esto y más lo expusé en la más reciente reunión de mi CDR. No como un contestatario, pues en él ocupo el cargo de organizador, sino como un cubano que piensa que lo mejor para resolver los problemas es tratarlos “a camisa quitada”.

En fin, que abogo por unos CDR más de la gente y menos para el gobierno. Más como herramienta efectiva para el bien de la comunidad que como instrumento expendedor de los enemigos de la Revolución. Porque si esta Revolución es tan grande y tiene tanto apoyo del pueblo, ¿deberíamos temer a las minorías descontentas?

Si al menos uno de estos tópicos fuera resuelto en el 8vo Congreso de los CDR, confieso me daría por satisfecho.

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