Lucha libre dentro de las guaguas

Osmel Almaguer

Adentro una Guagua cubana. Foto: Caridad

HAVANA TIMES – Recién se insinúan los primeros calores intensos de la temporada veraniega y ya las guaguas pasan atestadas de gente para las playas. Ahora, con la salvedad de que el transporte ha sido incrementado gracias a la compra de un gran número de carros, por lo que se cuenta con muchos más refuerzos para llevar a la gente a que se refresque.

Pero parece que la frescura de las aguas al este de La Habana no es suficiente para que el pueblo consiga un estado zen, o al menos algo que se le parezca. La frustración no consigue ser lavada dentro del mar, y las heridas del alma no se curan con la sal y el yodo caribeño, así que cuando llega la hora de marcharse a casa, comienza la hora de la lucha libre.

Ayer, me tocó subirme a una de esas rutas 462 que llevan a los bañistas hasta la Virgen del Camino, y de camino dejan también gente en Alamar, Guanabacoa y otros barrios. La primera parada estaba custodiada celosamente por un gran número de agentes del orden público, se respiraba un aire de tensión, aunque había poca gente y la situación estaba controlada.

Me subí a la guagua y por instinto traté de colocarme en la sección trasera, pero cuando me acomodé frente a unos asientos ocupados por algunos adolescentes me di cuenta de que estaban discutiendo.

Ya era demasiado tarde, la guagua se había llenado y no tenía modo de volver atrás. De pronto el asunto se relajó entre los adolescentes y sentí la esperanza de que todo terminaría bien, que solo era una predisposición de mi parte, que la gente hoy en día habla alto y no tiene educación, por lo que el diálogo entre aquellos muchachos podía estar siendo algo normal.

Pero no fue así, aunque la primera bronca no surgió entre ellos, sino en la parte media de la guagua. Era algo tumultuario, tanto, que no pude discernir como, ni entre quienes, surgió el conflicto. Solo veía mujeres y hombre agrediéndose y bajándose de la guagua.

Mujeres con niños en brazos cayendo al suelo, con las trusas también caídas mostrando los pechos, y hombres repartiendo golpes a diestra y siniestra. Todo un espectáculo dantesco sobre los hombros de la multitud enardecida, que parecía disfrutar como en un coliseo.

Minutos después la guagua estaba en marcha, y los contendientes en ella, riendo, como si nada hubiera pasado, con los pelos parados y el cuerpo lleno de arena. Entonces les tocó el turno a los adolescentes que tenía a mi lado, cuya discordia había sido ocasionada por una ventanilla.

Parecían serpientes enredadas. Se movieron a lo largo de casi toda la guagua, por lo que terminaron también en la zona media de esta. Algunos golpes, forcejeos y amenazas. Aquí la gente estaba un poco asustada. Había niños y mujeres de las que no están acostumbrados a tanta violencia, aunque también hubo algunos que se divirtieron con la pelea.

Finalmente, comenzó la tercera bronca, en la parte delantera. De esta tampoco pude averiguar las causas aunque era evidente, como en los casos anteriores, que estaban ebrios. Faltaba solo una parada para que me bajara, pero decidí caminar un poco y alejarme de aquel ambiente.

Por suerte, no hubo gente armada con tijeras y navajas, cosa que es usual, y la sangre no corrió. De camino a casa conversé con una madre que iba acompañada por sus dos hijos adolescentes. También se había bajado, pero iban hasta la última parada. “No debiste hacerlo ―le dije―, todas vienen llenas de gente con ganas de pelea, además, ¿a qué hora llegarás hoy a casa?”

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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3 thoughts on “Lucha libre dentro de las guaguas

  • El pueblo cubano se ha vuelto salvaje, historias como estas y peores se viven a diario en cubita la bella, por eso sali hechando, me canse de vivir como un animal.

  • Esa es la sociedad del comandante, en cuba no hay valores se perdieron, ese es el HOmbre nuevo, solabaya, POR ESO YO TAMBIEN ME FUI.

  • Es la doctrina, el comunismo tiene la cualidad de generar insatisfaccion hasta tal punto q de alguna forma tiene q explotar, ojala y la historia de la sociedad cubana no termine en una guerra civil en donde hermanos me maten unos a otros, ojala y los q dirigen(que por demas viven muy bien, por cierto, disfrutando de las mieles de poder) no provoquen con su indolencia lo q ya se ve acercarse con fuerza inminente…

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