Escapando de Cuba: las principales trabas fueron mentales

Osmel Almaguer en la cinta costera de ciudad Panamá.

Por Osmel Almaguer

HAVANA TIMES – La primera vez que pensé en la posibilidad de irme de Cuba fue en 2016. Recuerdo que era de noche y yo nadaba en la piscina del Hotel Panamá, después de haber cumplido la apretada agenda del día en uno de los viajes que hice como periodista independiente a la capital istmeña.

En realidad, ni llegué a planteármelo seriamente. La idea fue descartada por un montón de razones que, en aquel momento, pesaban lo suficiente.  

Piscina del Hotel El Panamá

Los años posteriores trajeron nuevos viajes, entretanto la realidad cubana se iba deteriorando sin retorno. Cada regreso a La Habana significaba volver a una sociedad que me parecía diseñada para invalidarme, sub utilizarme y humillarme.

Llegó un punto en donde fantaseaba demasiado con aquella piscina, que simbolizaba una vida clara e iluminada, en un país donde mi talento fuera valorado. Entonces la tos por el humo de  los almendrones, que no querían parar, me devolvía a la realidad.

Lo que salía por aquellos tubos de escape se me antojaba negro y volátil como mi futuro, pero mi esposa, mi padre, además del miedo, seguían forzándome a la inmovilidad. El miedo, principalmente el miedo. Quien conoce a los cubanos, sabe que hemos sido adoctrinados en el más profundo terror al capitalismo.

Luego llegó la pandemia y, con ella, la sensación de que me había quedado atrapado en Cuba. La vida me había brindado suficientes oportunidades para escapar y yo no las había aprovechado. ¿Y ahora?

Con la pandemia también nació nuestra hija, que vino a ser una especie de pretexto más para quedarme en aquel país, pero la pandemia terminó por acelerar la crisis de la economía cubana de tal manera que pronto llegamos a un punto de no retorno.

Aquellas mismas razones que hasta entonces me habían cohibido, se convirtieron en factores motivadores para crecerme y escapar. Lo peor seguía siendo dejar a mi padre; anciano y enfermo como estaba. Me parecía absurdo que hubiera sido mi propia decisión alejarme de él para siempre. 

Los impedimentos psicológicos y emocionales habían sido superados. Todo sería más fácil. Ahora solo faltaba reunir miles de dólares, cumplir un sinfín de trámites legales y encontrar un país de destino.    

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osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.