El chofer de la 27

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — El chofer se salió de sus cabales y la emprendió contra los pasajeros. Maldijo a media voz algunas frases que desde donde estaba no pude entender. Luego echó a andar la guagua. Algunos metros después frenó violentamente y todos nos sacudimos. Hubo murmullos y protestas, pero todo quedó como un frenazo de rutina.

No obstante el sobresalto se repitió. Hubo otro frenazo aún más violento, y luego otro, y otro hasta llegar a siete. Al terminar la serie de sacudidas, la señora de avanzada edad que viajaba a mi lado tenía un moretón en el rostro. Se había impactado contra el tubo que tenía enfrente.

Por un momento llegué a pensar que terminaríamos chocando o cualquier otra locura.

Habíamos desafiado al chofer no obedeciendo las órdenes que segundos antes había gruñido. Aunque con muy mala forma, él reclamaba algo que era justo, si la parte de atrás de la guagua estaba vacía, para que las personas que aún quedaban en la parada pudieran montar había que acomodarse bien.

Pero la gente estaba demasiado enajenada y había un nudo junto a la puerta de bajada que no dejaba avanzar a los que tardarían en apearse. El castigo fue ese. Siete sacudidas en las que cualquiera de los pasajeros pudimos sufrir algún daño, incluso alguna herida grave.

La gente protestó un poco. Se habló incluso de denunciarlo ante el jefe de su terminal de ómnibus, pero todo el mundo sabe que la mayoría de esas denuncias no surten el efecto deseado. Mucho menos quejarse directamente al chofer, pues estos han ganado la fama de resolver los conflictos, armados de tubos o bates de madera.

Los reclamos que planeaban los pasajeros iban tomando, a medida que hacían contacto con el aire, ese dejo que producen las cosas inútiles.

En la próxima parada me bajé y acto seguido se me prendió el bombillo. Si tenemos las herramientas en las manos tenemos que utilizarlas. Entonces me decidí, le tomé el número a la guagua (ruta 27, No. Serie 5114) y le saqué una foto.

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Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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4 thoughts on “El chofer de la 27

  • Actuaste tan drasticamente, tigre, cuida esos desplantes de macho alfa, no te comprometas tanto!

    Desde Mexico hasta lo mas sur de Argentina, porque solo hablare de Latinoamerica, al pillo que hace eso no le queda cuerda ni para llegar a la siguiente parada. Te lo digo por experiencia propia, a dos mequetrefes de estos, mediocres del volante, les he tundido por menos de esos siete desplantes, uno acabo tirado producto de un cabezazo en el tabique nasal y otro mas al caer con la rodilla desde el autobus hacia la acera. Y mi estatura no rebasa el 1.70, no soy fisicoculturista, no tengo entrenamiento en artes marciales, sencillamente quien no entiende con palabras y esta por provocar un autentico delito hay que bajarlo.

  • Lo peor hubiera sido quedarte callado. Ya esto es una denuncia. Y se necesitan muchas más.

  • Tienen que denunciarlo.

  • ¿Y las fotos de las patrullas de donde salen las brigadas de acción rápida a darle palos a los disidentes dónde están?

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