El cementerio toma un aire

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — Recuerdo hace algún tiempo haber escrito acerca del cementerio de los perros. Una franja de terreno en las márgenes de Alamar en la que el pueblo, espontáneamente, había comenzado a enterrar sus mascotas fallecidas, y que había sufrido el maltrato de personas e instituciones insensibles.

Recuerdo que por aquella época se reparaban las tuberías que abastecen de agua a todo el reparto, y que dichas tuberías pasaban específicamente junto y sobre el cementerio de los perros. Por eso, en las obras, se perdió una gran parte de las tumbas.

Tiempo después de que se publicara mi escrito en HT (había una colega que también tenía intenciones de escribir algo pero ignoro si finalmente lo hizo) vi un trabajador de la Dirección Municipal de Comunales trabajando en el cuidado de la zona.

Es importante decir que, a pesar de los destrozos, la gente no dejó de enterrar sus mascotas en el cementerio de los perros. Unos con más recursos, otros con menos. Unos con tumbas que cualquier cadáver humano envidiaría (si no estuviera muerto, claro está) y otros con apenas un montón de piedras y acaso un crucifijo de madera.

Hoy, el cementerio de los perros no es lo que era antes del destrozo. La hierba ya no crece en el terreno arcilloso, aunque al menos se nota una tendencia gubernamental a respetar el espacio.

Esta zoo-necrópolis que inaugurara el amigo de “Trompy”, un perrito puddle que hasta una foto tenía en su lecho, ahora cuenta con más de cuarenta inquilinos. Allí descansan Canelo, Caneca y Nala, entre otros, y sus tumbas dejan testimonio del cariño de sus amigos (no me gusta la palabra “dueños”, pues ellos no pertenecen a nadie) y de lo que significaron en vida.

Si algo falta ahora al lugar será tal vez estética, pues soy de los que creen que la muerte no se encuentra divorciada de la belleza. Si yo tuviera dinero haría donación de materiales a los que, en lo adelante, deseen enterrar a sus mascotas allí, y que no necesariamente tengan que ser perritos.

 

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Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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3 thoughts on “El cementerio toma un aire

  • Muy sensible tu post. Gracias Osmel. Nunca he tenido mascotas y no creo que, a estas alturas de la vida, las vaya a tener, pero reconozco que los perros, cuando están bien cuidados; son muy amables con sus dueños y con cualquiera que les haga una gracia.

  • Y aunque no estén bien cuidados. El perro es un animal noble, que no te ataca a menos que haya sido muy maltratado. Y los que son recogidos, es increíble lo agradecidos que son.

    No me queda claro si el lugar cuenta con el aval de Comunales o se mantiene con la labor comunitaria espontánea.

  • Gracias, Osmel. en otro país se haría fundación de amigos del cementerio de los perros. quizas vale la pena intentarlo aca tambien?

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