Dolor de muelas en Brasil: ¿cómo te curas?
HAVANA TIMES – Aguanté el dolor de muelas durante una semana, hasta que ya no pude más. En el único día de descanso que tengo en la semana fui hasta el puesto de salud (policlínico) y pedí atención urgente.
Lo normal es que te coloquen una cura momentánea en el diente adolorido y te den un turno para dentro de varios meses, y eso fue lo que sucedió.
Los puestos de salud son unidades presupuestadas por la alcaldía de la ciudad. Allí la atención es gratis, al igual que los medicamentos que te prescriben. Es solo llegar a la farmacia interna del lugar y recibirlos.
Como todo servicio público, este también tiene sus inconvenientes. Hay demasiados pacientes, las medicinas que no tengan en la farmacia tendrás que pagarlas bien caras en una privada, y de vez en cuando recibes un servicio mediocre o de mala gana.
Vale destacar que la atención de salud en el sur de Brasil es muy superior a la de otras regiones. Y es una de las causas principales, junto con las fuentes de empleo y la calidad de la enseñanza, de la inmigración desde otras zonas del país.
Por otra parte, los puestos de salud contrastan con un sinnúmero de clínicas privadas que ofrecen un servicio de excelencia, pero tienen precios bastante altos para un trabajador asalariado.
Aunque estas últimas también contemplan planos de salud, que son como una especie de seguro donde pagas una pequeña cantidad mensual y tienes acceso libre a un número determinado de servicios.
Volviendo a mi dolor de muelas, después de ser atendido, me dieron turno para dentro de un mes y medio. Otra vez aguanté a lo grande, algunos días con más dolor y otros con menos, hasta que llegó la consulta.
Ya mi esposa me había advertido que no me hiciera demasiadas ilusiones, que podía ser que no me resolvieran el problema, pero el hecho de continuar con ese dolor por más tiempo no me parecía una opción a contemplar.
Me recibió un odontólogo del que mi esposa y yo habíamos comentado que está en edad de jubilación. Una vez fui atendido por él y pasé mucho dolor. Mi esposa también pasó por una experiencia similar.
Si esta vez no sufrí, la verdad es que tampoco resolví mucho, porque primero no encontraba la carie, a pesar de ser tan grande que yo mismo podía tocarla con el dedo. Después me dijo que todo estaba confuso y que no se atrevía a intervenir sin antes una placa de rayos x.
Me hizo la remisión para la placa y fijó una nueva consulta… ¡para noviembre! Así que, con otro dolor, el de mi bolsillo, no tengo más remedio que pagar los servicios de una clínica privada, dónde una consulta me cuesta 150 reales, unos 30 dólares al cambio aquí en Brasil, y dos días de mi trabajo.