De trabajo voluntario en Cuba a “mutirón” en Brasil

Por Osmel Almaguer

HAVANA TIMES – Una de las más traumáticas memorias que tengo de mi vida en Cuba son aquellos trabajos “voluntarios” que no lo eran tanto, porque si faltabas podías recibir una amonestación pública, alguna sanción leve o inclusive una separación definitiva del puesto de trabajo.

Por ello, después de haberme liberado de aquella prisión, vivir una experiencia similar en este país podría parecer absurdo. ¿Será que lo es?

Los brasileños usan la palabra mutirón (mutirão) para referirse a una acción colectiva, sin remuneración, donde se realiza una tarea o se resuelve un problema, generalmente en beneficio de todos los implicados.

Se dice que este término viene de la voz tupí motyˈrõ, que significa “trabajo en común”.

El pasado sábado, los pastores de mi iglesia convidaron a un mutirón con el objetivo de limpiar un área que servirá para reuniones y clases de jiu-jitsu, entre otras funciones. Se trata de un espacio que fue reestructurado y que anteriormente era una planta de lavado de automóviles.

Aunque normalmente me cuesta demasiado acudir a este tipo de llamados, por lo cansado que termino después de cada jornada y el poco tiempo que me queda, esta vez fue diferente, porque estaba de vacaciones.

Trabajamos acondicionando el local, tirando muebles viejos, pedazos de tubos y restos de construcción, y limpiamos un poco el suelo para que otras personas pintaran las paredes.

Trabajé unas cuatro horas, luego de las cuales me sentí muy a gusto. Nadie me obligó, y ni siquiera lo hice por gratitud hacia la gente que nos ayudó cuando llegamos a esta ciudad con los bolsillos vacíos.

La iglesia se estaba ahorrando algunos reales al no tener que contratar una brigada para el servicio que realizamos, pero sin dudas hubiera podido pagarlo, así que no se trataba de alguien necesitado.  

¿Lo hice por conveniencia? ¿Porque mi familia se beneficiará con ese nuevo espacio? Bueno, es un hecho que lo haremos, pero bien hubiera podido poner cualquier excusa y quedarme en casa disfrutando de alguna buena película debajo de las sábanas. Nadie hubiera reparado en ello.

Entonces, ¿por qué lo hice? ¿Qué lo hace diferente?

Si algo he aprendido en estos últimos años, es el placer que produce hacer el bien, ser solidarios y tener conciencia de colectividad, pero no como en Cuba, donde éramos chantajeados para que cumpliéramos.            

Lee más del diario de Osmel Almaguer aquí.