¿Igualdad o equidad, sueño o realidad?

Osmel Almaguer

“!Igualdad, yo no sé quien fue el loco que inventó eso!”  Esta frase la escuché cuando me dirigía a casa de una amiga. Logró sacarme por completo de mis pensamientos.  Salió de las profundidades de un taller de mecánica por cuyo frente iba pasando.  Era una voz potente, masculina, y por su pronunciación me di cuenta de que pertenecía a alguien humilde.

Un rato antes me había cruzado con un mendigo. “¿Me podría regalar un peso, por favor?”  Al menos era educado. No le di el peso. Recién había hecho un examen de mi economía y había contabilizado cuarenta y ocho pesos con sesenta centavos. Lo peor es que hace solo un día que cobré. Así tendré que pasar otro mes dependiendo de “lo que caiga.”

“Lo que caiga” es una metáfora. Nada cae del cielo. Me refiero a alguna colaboración que pueda hacer con revistas o periódicos.

Pero volviendo al mendigo, me llamó la atención porque es el primero que veo en Alamar. Mira que había visto todo tipo de personajes llamativos; borrachos durmiendo “la mona” en cualquier esquina, “locos” hablando incoherencias o curiosas verdades, pero mendigos, es el primero.

Los mendigos abundan en los centros urbanos de La Habana. Municipios Plaza, Habana Vieja, Centro Habana… por eso me resultó, más que curioso, preocupante haber encontrado uno en Alamar. Porque si este mal ha llegado a este barrio periférico, quiere decir que dentro de muy poco serán tantos que no se podrá caminar entre ellos.

Claro, existen mendigos por muy diversas razones. Están los que han perdido el control de su vida, y se han desconectado de las estructuras sociales (expresidiarios, gentes que han sido expulsados de sus casas, ancianos, etc.) pero también están los que han tomado esta vía como medio de subsistencia, amén de otras opciones con las que cuentan. Algunos, incluso, han llegado a lucrar.

Es por eso que la mayoría de la gente desconfía de los mendigos. A veces me he cruzado con algunos que tienen más dinero en su cajita que yo en mis bolsillos. Y es que por regla general el mendigo suele pedir dinero a quien en realidad está tan mal económicamente como él, a excepción de los que piden a los turistas.

Así que desde el punto de vista monetario, y pensando en la frase del presunto mecánico, los mendigos y la gente que trabaja somos iguales. Sin embargo no debería ser así. Quien trabaja se supone que brinda un fruto efectivo a la sociedad, y que paga todo lo que consume de ella. Quien pide en las calles no aporta nada, pero constituye un reflejo, una evidencia de los defectos de esa sociedad.

El loco que inventó la igualdad no la diseñó para sí ni para sus parientes y amigos. El loco que inventó la igualdad se parece a los mendigos en el hecho de que vive del sudor de la población, sin embargo le hace pensar que la mendiga, es ella.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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