Oh mujer

Caridad

¡Oh, mujer! ¿qué sería de nosotros, pobres hombres, sin ti? – el sentido de esta ridícula frase está presente en cada discurso masculino-político-oficial (que es una misma cosa).

Hace unas semanas se cumplió el aniversario 49 de la FMC. La organización que – desde que nací – ha escuchado decir que es de las mujeres cubanas.  Y he escuchado decir que en los años 60 hizo muchas cosas buenas por las mujeres.

En los años 60.

Yo nací en la década del 70.

Y hace unas semanas volví a escuchar el discurso “oh, mujeres, qué sería de nosotros sin ustedes.” Oh, pobre de nosotras que hemos venido al mundo para que “ellos” se sientan menos miserables.

Como parte de la “política editorial” para celebrar el aniversario de esa organización no gubernamental, salió un artículo sobre las mujeres que alcanzaron grados militares en la guerra de Cuba contra España.

Un periódico. Una página.

… y alguna que otra investigación publicada en editoriales de provincia.

Eso es todo lo que hay para las mujeres cubanas que lucharon codo a codo con los valerosos y bien conocidos “mambises.”

“Sin su presencia y ayuda el país  no podría salir adelante.”

Nuestra ayuda…un bonito modo de reconocer que si no fuera por las mujeres no habría país desde hace una década.  Y así, en esos discursos improvisados, encontramos miles de disparates que, lejos de homenajearnos, nos incomodan.

Hace poco escuché a un licenciado, que ocupa un importante cargo en nuestra Cultura, expresarse hacia Simone de Beauvoir como una “decadente que iba detrás de Sastre y si él se iba a la cama con tres, ella iba detrás a imitarlo,” por lo que Simone no puede ser un ejemplo para las mujeres cubanas. No es lógico que nos identifiquemos con la feminista, la revolucionaria número.

Hace algunos años el periódico Juventud Rebelde publicó un artículo firmado por un reconocidísimo y oficialista intelectual, que juzgaba, más que la obra, la dudosa moral sexual de la escritora Anais Nin.

Podría hacer miles de páginas con estas divertidas anécdotas masculino-político-oficial, pero creo que los ejemplos bastan, incluso, solo bastaría una anécdota íntima que toca a la mayoría de las mujeres de este país.

¿Qué hago cada mes, cuando llega el período menstrual?

Desde  hace unos años instauraron un sistema de entrega por “libreta de abastecimiento” de almohadillas sanitarias.

Las almohadillas, más allá del trámite burocrático, llegan un mes sí y dos no.  Son de una calidad detestable, apenas absorben, mucho menos en el centro; recorren todo el cuerpo a causa del mal pegamento, y no alcanza a las mujeres de flujo abundante.

¿Qué ponerse cuando no ha llegado la entrega oficial?  ¿O durante todo un año cuando no se renovó (en el momento que la Farmacia decide) el derecho a recibirla?

Ah, claro, están las tiendas en CUC.

Suponga que usted es una mujer trabajadora. Debe comprar 1 CUC para adquirir estas almohadillas.  Por una razón u otra despierta y recuerda que ese día debe entrar (o ya lo hizo) en periodo menstrual. Como no recibe salario en CUC debe salir a comprarlo.

¿Dónde? Lo más probable es que deba tomar una guagua para trasladarse varios km hasta una Cadeca.

Con el nuevo sistema de ahorro las Cadecas no abren hasta la 1 de la tarde.  Solo entonces, usted, mujer cumplidora de un horario, podrá adquirir su CUC y volar a una tienda a comprar sus almohadillas.

Supongamos que pudo tener guardado el CUC para esa emergencia…mensual.

Va a la tienda de su barrio y, en esa, no encuentra almohadillas.  Toma una guagua, va al centro de la Habana, entra a una, y a otra, y a otra…y tampoco las encuentra.

Finalmente haya de un tipo de almohadillas, de esas que se usan cuando el flujo menstrual es muy escaso.

–          bueno, me dijo una amiga – te advertí que iba a haber problemas con ese tipo de productos. La crisis. Lo mejor es que, cuando las encuentres, acapares varios paquetes, sino tendrás que pasar por esto todos los meses.

¿Todos los meses de mi vida? ¿Hasta que me llegue la menopausia?