Nuevos cambios en la educación cubana

Dimitri Prieto

Lenin Vocational School in Havana
Escuela vocacional Lenin en La Habana

Los cubanos de mi generación conocimos una diversidad de propuestas educativas. Yo estudié en la Escuela Lenin, que en mi época era un preuniversitario especializado en ciencias exactas; conjuntamente con las asignaturas del currículo básico, estudiábamos materias arcanas, propias de cada una de las especialidades: matemática, física, química, biología y electrónica.

Yo era biólogo, y nos explicaron desde cómo montar una preparación en un microscopio hasta de qué manera se detecta el virus del sida (o, mejor, se detectaba: corría la década de los ´80). Lo electrónicos andaban orgullosos con sus microchips colgando de sus cuellos, y los químicos solían armar laboratorios en sus casas. Una extraña élite iba emergiendo más allá de las fronteras entre especialidades: eran los locos por la computación que solían meterse madrugadas enteras en laboratorios equipados con teclados inteligentes Panasonic con 64 kb de memoria Ram.

En aquella época, existían además los “pres” internos “convencionales” (sin especialización, y con trabajo agrícola complementando el estudio), y los pres urbanos que no eran internos. Y también escuelas pedagógicas, técnicas, de deportes y de enfermería.

Después, como sabemos, vinieron tiempos duros. En los ´90, la escuela Lenin perdió todo el sistema de especialización que la hacía diferente, y se convirtió en “solo” una escuela muy buena. El elitismo se mantuvo, pero sin un contenido expresamente distintivo.

Recientemente se anuncian -¡al fin!- cambios que diversificarían la educación preuniversitaria. Para los interesados en las ciencias exactas se crea un esquema distinto al que me tocó conocer: ahora serán las universidades las que darán cobijo a esos jóvenes, que pasarán su último año de pre junto con los estudiantes y los profesores de diversas alma mater, estudiando el programa convencional mas la especialización en las correspondientes materias.

Se reducen grandemente -¡al fin!- los pres “en el campo”: un esquema que gastaba horribles cantidades de combustible para transporte de profesores (diario) y alumnos (semanal), y que separaba a los muchachos de sus familias precisamente en el momento de la vida que más hace falta el consejo familiar, cosa por lo demás demostrada por varios institutos cubanos de investigación científico-social, que llevaban años pidiendo esa medida. Claro, ahora las familias afrontarán el reto de cómo alimentar a sus hijos en sus casas, y como lidiar con sus intereses. Pero, a mi modo de ver, las aguas están tomando su nivel.

Permanece el esquema de los “profesores generales integrales” en secundaria, donde el maestro es solo unos años mayor que los estudiantes, y debe además convertirse en un sabelotodo. Un sistema muy criticado por los padres y por la sociedad en general. Pero parece que el aumento del rigor en el sistema universitario hará paulatinamente que la perspectiva vaya cambiando.

Estoy consciente que todos estos cambios son polémicos y además de que no van al grano del problema. Pero me agrada que se están produciendo. Creo que la clave es la diversificación del sistema de enseñanza de acuerdo con los intereses, las vocaciones y las motivaciones de los alumnos.

Una solución óptima sería poner en marcha unos cuantos proyectos pedagógicos bien diversos, y sobre todo aplicar los principios de la autogestión de estudiantes, maestros y padres a la organización de los centros docentes. Y que la propia comunidad -que en definitiva financia con su trabajo cualquier esfuerzo educacional- aplique las correspondientes medidas de control, para poder empujar la gestación de una pedagogía más acorde en la práctica con la democracia protagónica.

One thought on “Nuevos cambios en la educación cubana

  • Dimitri, me da mucho gusto que estes bien, escribiendo. Un fuerte abrazo desde Alpine, California!
    siempre poeta, (aun vivo),

    Pavel

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