Una simple gestión se convirtió en suplicio  

Por Nike

HAVANA TIMES – El cubano está tan acostumbrado a ser maltratado, que justifica todo. Hace más de un mes estoy intentando poner en la libreta de racionamiento a mi hermana más pequeña. Para quien no sepa, esta libreta existe desde los años 60 del pasado siglo con el fin de racionar los alimentos y con la promesa de que solo duraría un tiempo.

También existió otra libreta para comprar en las tiendas de ropa, tenía cupones y en el pueblo le pusieron María la O que es una zarzuela cubana. Le decían así pues por un mismo cupón se  podía comprar ajustadores o medias por ejemplo o champo o un  desodorante, calzoncillos o medias, zapatos o chancletas…etc. Estas libretas se dejaron de usar en los años 90, solo quedaron para comprar los uniformes escolares.

En Europa, después de la segunda guerra mundial se implantó racionamiento, una especie de bonos con el cual se adquirían alimentos, esta experiencia fue rápidamente superada, en mi país se mantiene por más de  60 años. Está duración en el tiempo explica que este tema sea reiterado entre los que tratamos de explicar nuestro país mediante la escritura.

Cada núcleo familiar en Cuba tiene asignada una de estas libretas.  A esta libreta la encabeza un jefe de núcleo. A mí, que nunca he sido jefa de nada ni me gusta serlo, me ha tocado ser jefa de mi núcleo familiar. Después están los demás familiares, por ejemplo, los hijos en cuanto nacen lo primero es inscribirlos en el registro de dirección y después vas a la OFICODA que es como se llaman las oficinas que se encargan de todos sus trámites, en todos los municipios del país existe una de estas oficinas.

Explicado esto, cuento cómo logré poner a mi hermana en la libreta. Salgo bien tempranito para esas oficinas, después de hacer la cola, me recibe una mujer sentada detrás de un buró. Desde que me paro frente a ella me recibe con mala cara y se pone a la defensiva sin aún yo decirle nada, cuando le digo lo que quiero hacer, empieza a alzar la voz para explicarme. Yo le hablo en vos baja y despacio, noto que ella empieza a bajar el tono y a explicarme, más calmada me dice al final: regresa la próxima semana con la libreta vieja.

El martes de la siguiente semana me presenté bien tempranito porque atienden al público  hasta el mediodía nada más. Doy los buenos días, y me recibe la misma mujer. Le explico lo mismo de la semana anterior que quiero poner a mi hermana en mi libreta, enseguida se acerca una señora como si fuera un Pitbul y empieza a hablarme pero gritando grosera y yo pensé: a ella si le gusta el título de jefa. Hasta regañó a la mujer del buró diciéndole: ¿pero tú no le cogiste ni siquiera los datos a ella? 

Yo traté de mantenerme ecuánime y hablarle bajito, pero a esta señora no le entraba la psicología, estaba muy molesta con la vida que lleva y la coge con los usuarios como si nosotros tuviéramos culpa de sus problemas. Al final me dijo que no podía hacer nada porque mi hermana tenía que presentarse con su carné de identidad, un sello de 5 pesos y la libreta vieja. Como ven un trámite tan sencillo obligatorio y establecido desde tantos años puede convertirse en un problema de dos semanas. 

Volvimos al otro día y cuando entramos salen dos de las señoras como unas fieras y dicen: hoy no se atiende al público. Le explicamos que ayer ella misma me dijo que pasara hoy a primera hora, yo no me acuerdo de haber dicho eso, dice la señora con ínfulas de jefa. Hoy es miércoles y no se atiende al público, vengan mañana.

Me exalte y fui yo la que grité y les les pregunté por qué son de esa manera tan cerradas, hasta un empleado que no había visto llegó hasta el buró, gritando con guapería barata para impresionarnos, mi hermana y yo nos miramos y decidimos irnos dejando la gritería atrás.  

No quiero hacerles aburrida y repetitiva la historia, aunque no lo crean fue así. El viernes llegamos bien tempranito a la oficina con todo lo que nos habían pedido, nada más de vernos se ponen en alerta. Yo traté de estar tranquila y sin alterarme porque el día anterior ya me exalté.

No entiendo ¿por qué estaban tan empeñadas en no querer ayudarme? Es su trabajo, pero, en este país nadie o casi nadie tiene deseos de hacer bien su trabajo. Se ha perdido el interés por todo. Lo que me hace pensar que hay personas empeñadas en hacer la vida de los demás más difícil.

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Nike

Nací en La Habana, Cuba. Toda mi vida he tenido al mar como paisaje; me gusta estar cerca de él, sentir su brisa, su olor, tanto como sumergirme y nadar y disfrutar las maravillas que nos regala. Gracias a la habilidad manual que heredé de mis padres he podido vivir de la artesanía. Trabajo fundamentalmente el papier-mâché, haciendo títeres para los niños. Escribo para Havana Times por la posibilidad de compartir con el mundo la vida de mi país y mi gente.

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