Me siento como Cenicienta en las mañanas
Por Nike
HAVANA TIMES – ¿Qué cubana no se ha sentido como cenicientas en su cocina, alguna vez en la vida?
Por ejemplo, en el día de hoy yo me sentí así, mi esposo trajo del agro unos frijoles negros que eran puro fango, llenos de palos y piedras. En ese momento quería tener a los pajaritos de cenicienta en mi cocina.
Escogí pacientemente los frijoles. Los puse en remojo un rato para que se ablandara el fango y se les quitó, después de 45 minutos en la olla de presión ya ablandado el grano, le hice un sofrito con ají pimiento que le da un sabor especial un poco de orégano de la tierra, cebolla, ajo, comino y laurel, un clásico en la mesa del cubano, heredado de los españoles. Lo acompañé con arroz blanco, tuna en salsa y ensalada de aguacate.
Todos en la casa estaban curiosos por ver cómo me habían quedado los famosos frijoles negros llenos de fango palos y piedras… y sobre todo mi esposo que le encanta como me quedan los frijoles negros.
En la mañana viví en un personaje de cuentos para poderles cocinar estos frijoles negros que tanto les gustaron a mi familia….
Hace un tiempo atrás me había enfrentado a otro reto puro de Cenicienta, granos de frijoles negros mesclados con chícharos, se rompieron las jabas y se mezclaron. En este momento sí me hacían falta los pajaritos de Cenicienta pero al no tenerlos me metí en el personaje del cuento y con mucha paciencia separé los granos y ese día cociné los chícharos que no me gustan pero a mi familia si, y los cocino para ellos.
Todos los días hay nuevas historias que se asemejan a los cuentos infantiles de las cenicientas en Cuba, digo, amas de casa.
Otros ejemplos sobre cuentos infantiles en el día a día:
Por ejemplo en la noche de ayer no podía dormir porque tenía algo en la espalda clavado que me molestaba, en la mañana reviso el colchón y sí había algo, un muellecito que se había salido, le doblé la punta con un alicate y lo rellené con un poco de guata de un cojín y la siguiente noche pude dormir bien… ¿qué les recuerda?….. !La princesa y el frijol!
Hay una frase del cuento La Cucarachita Martina que en la difícil situación que vivimos hoy los cubanos usamos diariamente cada vez que vamos al agro mercado en busca de viandas ¿qué me compraré? Pues las opciones son pocas y sus precios altos. A esta disyuntiva nos enfrentamos los cubanos todos los días para conseguir la comida del día.
Y siguiendo en el cuento de La Cucarachita Martina, cada vez que una mujer recibe halagos suele responder como no soy bonita te lo agradezco más, y de este cuento también cuando éramos jóvenes los muchachos a la pregunta de qué hacían solían responder soy buenísimo, en la noche dormir y callar, como el ratoncito Pérez.
Otro ejemplo que nunca he confesado. Debido a la pesadilla que se vive en mi país quisiera ser como “La bella durmiente del bosque” y que venga el príncipe a despertarme con un beso cuando todo haya pasado.
Así como las familias cubanas se han visto forzadas a huir de la isla, casi todas, como en el cuento de Hansel y Gretel, dejan detrás de sí una estela de ilusiones semejantes a las masitas de pan de aquel popular cuento infantil.
Eso te sucede porque eres una mujer de familia. Si soy yo ni me molesto en separar chícharos de los frijoles. Hago el potaje con todo junto. Yo soy medio salvaje y cuando estoy solo en mi casa me cocino cada sancochos…
Buenas Pedro Pablo, gracias por ese comentario tan cómico, me dio mucha risa lo del sancocho..
Y cocinar todos los granos juntos.
Amiga, el buen humor y la esperanza se refleja en este diario, además de hacer semejanzas con estos bellos cuentos infantiles, la dura vida no te aplasta ni un momento porque eres una mujer de alternativas y logras salir a flote, bravo por ti, eres la cabeza pensante de tu familia y una madre especial.
Buenas Irina, amiga muchas gracias por esas palabras tan lindas y alagadoras, me has hecho sonrojar, me estimulan mucho y me alegro que te haya gustado el artículo. Muchísimas gracias.
Después del caos, la creación.
Buenas Arturo muchas gracias por tu comentario muy filosofíco.