Conversación entre dos amigos
Por Nike
HAVANA TIMES – En Cuba estamos viviendo una situación totalmente en contra de nuestra voluntad, donde podemos morirnos de cualquier cosa.
Estas son conversaciones telefónicas entre dos amigos empeñados en ayudarse:
Suena el timbre del teléfono:
“Oigo”
“Hola Roberto, soy Arturo, te llamo para decirte que llegaron los cigarros a la bodega y están dando cuatro cajas por persona”.
Responde Roberto: “¡Gracias compadre!”
Arturo: “Solo dan tres días para comprarlos. Llegaron hoy, ven lo más rápido posible que pueden acabarse”.
Roberto: “Ahora mismo salgo para allá, márcame en la cola”.
Otro día
“Arturo, soy Roberto, te llamo para decirte que llegó el pollo atrasado y te marqué en la cola, trae la libreta y dinero porque están dando el aceite de julio y el pollo de junio”.
Arturo: “Asere yo no tengo tanto dinero, todo eso es un dineral y tengo que comprarle a la niña guayabas para el jugo de la merienda de la escuela, la jaba de pan está a 180 pesos, de 10 pancitos pequeños”.
Roberto: “Bueno Arturo, mira a ver qué haces, yo te voy a marcar y tú compra lo que puedas…”
Arturo: “Nos vemos allí”.
Suena el timbre de casa de Arturo:
“Arturo, soy Roberto, te llamo para decirte rapidito que te marqué en la farmacia, entraron medicamentos y pusieron una lista en la puerta de lo que entró y están las medicinas que toma tú mamá y las mías para la presión por el tarjetón, que hace dos meses que no entra”.
Arturo: “Asere, no para esto de las colas, ya estoy cansado, llegué ahora de la cola de la balita del gas y después la de la panadería por un pancito miserable, está bien voy para allá”.
Roberto: te espero.
Suena el teléfono de la casa de Roberto:
Arturo: “Roberto estoy en la tienda y están dando por la libreta un paquete de pollo en muslos, dos paquetes de perritos y dos tubitos de picadillo, esto es la mitad de lo que dieron hasta diciembre”.
Roberto: “Voy para allá, tengo que pedir dinero prestado porque no me alcanza, nos vemos allí, gracias brother”.
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Así se está viviendo en Cuba, de cola en cola y sin tiempo para pensar en nada más, lo más terrible de este caso es que Roberto no alcanzó en la farmacia sus pastillas para controlar su presión arterial. Ya hacía dos meses que no las tomaba, debido a esto en una de las tantas colas que hacía a diario, le dio un infarto masivo por un disgusto y murió, tenía solo 55 años. Fuimos grandes amigos.
Desde dentro del estómago del comunismo solo se puede pensar en sobrevivir al sistema digestivo y navegar en toda clase de inmundicia pero si te dejas digerir terminas en eses fecales y desechado. Es mejor ser un vómito regurgitado por las contracciones de ese estómago ideológico. Luego, te vas a sentir mejor que la mierda.