Apagones bochornosos en Cuba
Por Nike
HAVANA TIMES – En Cuba los apagones tienen una larga historia. Aparecieron durante los años 60 del siglo pasado y perduran hasta nuestros días.
Cuando era niña los apagones eran tan habituales que nadie los cuestionaba. Entonces mi mamá se sentaba en el portal y se ponía a cantar. Mis hermanos y yo la rodeábamos y nos poníamos a tatarear con ella. Interpretábamos muchas canciones cubanas, sobre todo, boleros, hasta que nos daba sueño y nos acostábamos. Nos metíamos bajo el mosquitero y asfixiados de calor nos dormíamos.
En esa época debido al “quita y pon” de la corriente a mi madre se le rompió el refrigerador y un viejo televisor de bombillos que no pudimos remplazar hasta que todos fuimos mayores. Nunca he entendido el objetivo de quitar y poner la luz varias veces seguidas. Algo que aún sigue pasando.
En la década del 80, los apagones no se eliminaron del todo, pero la cosa mejoró mucho.
En la década de los noventa, para qué contarles. Las horas de luz eran tan pocas que en vez de apagones teníamos alumbrones. Entonces no sé si por el cambio climático ya no se podía dormir por el calor del verano que era insoportable.
En mi casa nos mudábamos a la terraza. Yo le ponía la cama a mi hijo con mosquitero y para él era como dormir en una selva bajo la luz de la luna. Mientras mis abuelos, mi madre y yo nos poníamos a hacer cuentos o jugábamos a las cartas bajo la luz de una chismosa.
Un farol chino
Un día me regalaron un farol chino y fue como si llegara el desarrollo. Su luz era blanca y duraba toda la noche. Pero tenía un inconveniente, no tenía cristal. Lo llevé a arreglar y le ponen una malla de metal. En la noche lo encendimos y, sorpresa, ya teníamos luz.
Todos estábamos muy felices. Hasta invitamos a un grupo de amigos para jugar domino, que a mi abuelo le gustaba mucho. Cuando de pronto dándole presión aquello cogió candela y… todos a correr.
Recuerdo a mi abuelo lanzando un jarro de agua que él ponía a congelar para hielo y aún conservaba algo de frio. Por fin entre todos logramos extinguir el fuego que ya salía por la ventana.
El techo quedo totalmente negro de tizne. Entre mi hijo, mi madre y yo lo cubrimos de estrellas y planetas que modelamos en masilla y que se quedaban marcadas en él. Lanzábamos la plastilina con fuerza, esta se quedaba y dejaba la marca de la forma que quisieras.
Todo esto lo recordé el sábado pasado mientras miraba una película y se fue la luz. No pasaron diez minutos y volvieron a ponerla. Unos minutos más y volvieron a quitarla así, hasta que desistí de ver la película.
Dice mi hijo, que podría parecerse un poco a la incomodad que me han dicho producen los comerciales en las televisoras extranjeras, pero les aseguro que los apagones y sobre todo el “quita y pon” son mucho peores y humillantes. Créanme.
Gracias por la anécdota, me trae recuerdos. Los apagones en los noventa cuando el Período especial duraban largas horas, y hubo zonas en Centro Habana y La Habana vieja que ponian los colchones en la acera. A principios del 2000 cuando mi hijo era pequeño ibamos con cojines para la azotea a oir una radiecito de pilas hasta que llegara la electricidad, eso ocurria en verano, por o que habia mosquitos que nos picaban y era bastante molesto, además de alguna que otra cucaracha vagabunda. Las cajitas protectoras resuelven para los refrigeradores, aunque no protegen los otros equipos.
En los 90 vivía en el límite entre dos zonas, cuando quitaban la luz de un lado la ponían en el otro. Tiramos una tendedera con un vecino y ambos resolvimos muchísimo, por suerte, pero siempre con miedo al bajo voltaje. Mi hermano tenía una fuente (backup) de computadora y la usaba para ver la TV y encender un bombillo de luz fría, era el punto de reunión de medio edificio. Por desgracia, las cosas poco han cambiado.
Un apagón nocturno en una ciudad deja la sensación de que han borrado todo el mundo. Si hay luna llena y estrellas, mejora lo que se siente. Cuando éste fenómeno planificado ocurre en pleno día, es como el día que paralizaron la tierra, pero no puedes ver la película. A veces pienso en todas las personas que han vivido sin electricidad y en lugares remotos. Creo que el apagón nació con la primera antorcha y la escasez de antorcha creció con nosotros.
la pesadilla cubana, bajada de la sierra por el pesadillero en jefe, individuo que ningun bien le hizo a cuba, NUNCA.