Regla y su recuperación

Vivienda de Regla en reparación.

Miguel Arias Sánchez

HAVANA TIMES – Quien conozca profundamente al pueblo de Regla, como yo que nací en él, puede hablar con certeza de sus características.

Regla, pueblo pequeño, pegado al lado de la bahía de La Habana, ha gozado siempre de la popularidad de sus famosas lanchitas, en las que diariamente se trasladan cientos de reglanos y personas de otros municipios hacia el centro de la ciudad.

También cuenta con importantes industrias que la rodean, como la aceitera, los molinos y la más importante: la refinería Ñico López, conocida por todos.

Con su parroquia, sus parques, monumentos y viviendas, ha llamado siempre la atención de visitantes cubanos y extranjeros. Su gente, a través de la historia, de las luchas por la libertad de Cuba, de la entrega de sus hijos a las causas nobles, ha simbolizado y marcado a los habitantes de esa localidad como un pueblo valiente, heroico y firme.

Muro reconstruido en Regla.

No por gusto en los primeros años del proceso revolucionario el expresidente Fidel Castro la bautizó como “La Sierra Chiquita”, en comparación con la Sierra Maestra donde se libró la lucha principal que culminó con el triunfo revolucionario del 59.

A este noble pueblo lo azotó recientemente un tornado que se ensañó con él de forma desmedida, destrozando viviendas, fábricas y todo lo que encontró a su paso, dejando familias enteras sin techo ni bienes materiales, además de pérdidas de vidas, muerte y dolor. Quien estuvo allí ese mismo día y vio con sus propios ojos la destrucción solo podía pensar en una ciudad bombardeada; era realmente devastador.

Pero Regla, como el ave Fénix, haciendo honor a su historia, con la ayuda del Gobierno y la solidaridad inmediata de la gente, comenzó una labor rápida y sistemática que iba cambiando hora a hora aquella imagen triste y desoladora.

Edificio reparado en Regla.

Ya hoy tiene otro rostro: se levantan cercas más fuertes y bonitas, se restablecen techos, ventanas y puertas; las personas sonríen y el olor a pintura fresca invade el pueblo.

En Regla, todos compartimos el dolor por igual, la solidaridad se repartió entre la gente, aparecieron personas bondadosas de todas partes de La Habana. El pueblo reglano hizo gala de su valentía, de su tradición de lucha. Regla resurgió de los escombros, se levantó y quedará más fuerte, no solo sus paredes, sino el espíritu combativo y el orgullo que sentimos por haber nacido allí.

 

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