El extranjero y una tarjeta de crédito

Miguel Arias Sánchez

Foto: James NG

HAVANA TIMES – A lo largo de la historia de la humanidad hemos visto cómo el dinero ha sido objeto de conflictos entre naciones, familias e individuos; pero desgraciadamente ha hecho falta para que las personas puedan cubrir sus necesidades. Hay quien tiene mucho, algunos poco, otros nada.

En Cuba, donde todos sabemos que el salario promedio es bajo y no alcanza para satisfacer las necesidades esenciales, las personas  se ven obligadas a buscar su mejoría de forma ilegal, en otras ocasiones de manera poco honesta.

Una de las formas más peculiares es la de pescar un extranjero para casarlo con un hijo o hija y emigrar. Todo un proceso que si fructifica puede resolver definitivamente los problemas económicos de la familia. Esto puede lograrse a corto o largo plazo, depende de quién esté al frente del negocio: su habilidad, destreza e inteligencia.

Los hay que no tienen mucho nivel cultural y educativo como para desempeñar un trabajo, pero tienen la suficiente inteligencia y maldad para armar un muñeco de este tipo (de qué tipo), sin dejar ningún cabo suelto.

Desde el mismo momento en que aparece un/a  extranjero/a en el seno familiar con interés en un hijo o una hija, los mecanismos del/la cabeza de familia comienzan a funcionar vertiginosamente.

Lo primero es la labor proselitista a favor de una persona a la que nadie conoce, solo se sabe que no vive en Cuba, y de la noche a la mañana se convierte en el ídolo, el eje central del entorno familiar.

No todos  los “dioses” se proyectan de la misma manera. Algunos se ocupan de los niños de la familia y los proveen de ropa, zapatos, comida; después se marchan y ya. Hay otros que van más en serio y se casan.

Ahí empieza la segunda fase, que podríamos llamar de aseguramiento, pues de esta depende que se mantengan las migajas, perdón, las remesas mensuales tan bien recibidas por todos. Aunque eso conlleva que muchas veces tengan que aguantar humillaciones; se le da paso para no poner en peligro otras cosas “más importantes”.

Y una vez del lado de allá del charco, la preocupación es perenne para que todo salga bien. No siempre es así, a veces la hija o el hijo escribe que extraña mucho porque está a miles de kilómetros de distancia de su terruño, de sus amigos, de su casa; pero ahí está el consejo sabio de sus parientes, dándole ánimos. Es normal que suceda, verás que con el paso de los días te vas sintiendo mejor y te acostumbrarás. Si el hijo o la hija insiste en que tiene problemas con su cónyuge, de nuevo el consejo sabio: nadie es perfecto, esa es una buena persona, debes sobrellevarla, ten un poquito de paciencia. Todo por impedir el regreso a la pobreza sin oportunidades.

Si finalmente la hija o el hijo suplican porque no soportan más y dicen que terminarán con la tarjeta de crédito, perdón, con el matrimonio, ahí vuelve nuevamente el consejo sabio, pero esta vez enérgico, definitivo. Fíjate lo que te voy a decir, ya tú estás muy grande para eso, si viras vas a saber lo que es cajita de dulce de guayaba, así que deja la bobería y aguanta.

Eso lo haría cualquier familiar preocupado por su prole. Algunos afortunados se montan en un avión para vigilar y cuidar de cerca la tarjeta de crédito, perdón me volví a equivocar, quise decir  el matrimonio, la felicidad de sus queridos y amados hijos.

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