Mi tesis y viejas cabezas (fin)

Francisco Castro

Cuban university students.  Photo: Caridad
Estudiantes universitarios cubanos. Foto: Caridad

¿Qué piensas que la Facultad te pudo haber aportado a lo largo de estos cinco años de estudio y que sentiste que te hizo falta manejar a la hora de enfrentar este trabajo?

Esta fue una de las preguntas que el cineasta cubano Ernesto Daranas Serrano (“Los dioses rotos”) me hizo en su función de oponente en mi acto de defensa del ejercicio de tesis.  Nada mejor para cerrar mi intervención, calificada, junto a la de Ana María, mi fotógrafa.

Estos años en la Facultad me han abierto los ojos ante un mundo fascinante de imágenes y sonidos, que ya sabía que estaba allí, pero que jamás pensé fuera tan amplio.

Me ha abierto las puertas al conocimiento de la Historia y la historia, y le ha puesto combustible a la llama de la investigación.

Me ha abierto un abismo profundo, ancho y largo, el abismo de lo que me falta por saber, pero me ha mostrado herramientas para construir el puente que me puede llevar a la otra orilla.

Concretamente, estos años en la Facultad me han mostrado un método de trabajo.  Pero sobre todo la Facultad (y también la televisión), me ha dotado de una enorme carga de paciencia.

Paciencia para aguantar las muestras de intolerancia y mediocridad que carcomen sus cimientos, para contar hasta diez (millones) antes de lanzar una respuesta justa pero desatinada.  Me ha dotado de una habilidad desconocida en mi para lograr mis objetivos sin apoyo institucional, me ha dado la posibilidad de pensar en un futuro diferente para los nuevos ingresos, un futuro mejor, por supuesto, y me dio, por último, un título universitario.

¿Qué me hizo falta? Pues haber recibido clases de dirección de actores.  Nada menos.  En el casting para los actores adultos de “El fin,” fue cuando recibí mi primera lección de esta materia, gracias a mi tutora.  Algo realmente fatal, cuando sabemos que la materia prima fundamental con la que trabaja un director es el actor.

Me hizo falta una formación de ética profesional, que me fue proporcionada en el proceso de trabajo, generosamente, tanto por mi tutora y algunos especialistas en la parte positiva, como por otros especialistas en la parte negativa.

Necesite verdaderas clases de fotografía, de edición.  Y necesite enterarme de lo que era el trabajo de musicalización.  Cada uno de los artistas que trabajaron en estas especialidades, con sus asesores, hicieron exactamente lo que les pidió mi intuición.  Afortunadamente hicieron valiosos aportes creativos, pero estas especialidades, poniendo a la cabeza la dirección de actores, son las grandes ausencias en mi formación.

Por último, me falto a la hora de enfrentar el trabajo, conocer a la televisión.  Cada uno de los pasos que daba en la pre-producción, era un gran descubrimiento, antecedido por el golpetazo de encontrar tantos absurdos en el camino.