Mi tesis y cabezas viejas (I)

Por Francisco Castro

[…] el sueño se hace a mano y sin permiso
Arando el porvenir con viejos bueyes.

Silvio Rodríguez.

El enfrentamiento entre generaciones es un tema como una serpiente que se muerde la cola. En todas las épocas, en todas partes del mundo, ha existido este conflicto, dado por la no disposición de la generación imperante para entregar el poder a sus sucesores naturales.

Está bien que exista este conflicto, siempre y cuando sea para el enriquecimiento en experiencias de la generación emergente. De alguna forma, los que se despiden deben garantizar que sus sucedáneos mantengan el orden y la calidad del trabajo que por disímiles años ellos mismos realizaron. Julio Antonio Mella, líder estudiantil cubano en la dictadura de Gerardo Machado (1925-1933) dijo en algún momento que “todo tiempo futuro, tiene que ser mejor.” Es una obligación histórica.

Lo que no está bien es que las generaciones emergentes se vean coaccionadas por sus antecesores, que no quieren soltar prenda.  Y es precisamente este conflicto el que ha imperado a lo largo de la historia.  Con sus excepciones, por supuesto, aunque no es exactamente sobre una de esas excepciones de la que voy a hablar ahora.

Desde diciembre de 2008 hasta finales de junio de 2009, estuve trabajando en mi ejercicio de tesis para obtener el título de Licenciado en Comunicación Audiovisual, en la especialidad de Dirección.  El ejercicio consiste en la realización de una obra audiovisual (documental, ficción, video clip, spot publicitario, obra radiofónica), y el informe escrito que funciona como memoria del proceso creativo.

El Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) firmó un acuerdo con el Instituto Superior de Arte (ISA), en el que se comprometía a apoyar algunos ejercicios de tesis de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), en caso que interesara al ICRT la transmisión de la obra.

Teniendo esto en cuenta, elegí  un cuento del argentino Jorge Luis Borges, “El fin,” para adaptarlo al lenguaje televisivo, ya que necesitaba una Productora que se encargara de ofrecer el presupuesto para llevar a cabo la producción de esta obra.

El acuerdo entre el ICRT y el ISA no ha sido respetado por ninguna de las dos instituciones, y una de las razones es el conflicto entre generaciones.

He llegado a escuchar los comentarios más absurdos y prejuiciosos sobre la llegada de jóvenes a la Redacción de Dramatizados de la Televisión Cubana (TVC), como “estos muchachos están aquí para afectarnos lacanasta básica,” o “estos jovencitos deberían estar ponchando teleclases, y nosotros los consagrados deberíamos estar dirigiendo superproducciones.”

A este grupo humano tuve que enfrentarme para poder realizar la obra audiovisual con la cual obtendría mi grado universitario.