Mi barrio en un día sin corriente
Por Kamil Kenders
HAVANA TIMES – Son las 10 am y hay planificación de apagón. Me disponía a escribir y el inminente corte de electricidad me lo impide. Entonces recurro a la poca carga que tiene mi celular porque de manera inmediata se me ocurre este diario.
Y es, gracias a un apagón, que descubro un poco los vecinos que tengo. Aparentemente debería haber silencio, pero la efusión tras la retirada de la electricidad denota de manera verbal la incomodidad de las personas.
Se escuchan malas palabras, ofensas, contra el gobierno y ante cualquier inconformidad entre miembros de la familia. Simplemente, se escucha todo. Portazos, vendedores ambulantes, pero, sobre todo a los más pequeños de casa que, en un día como hoy entre semana, no entiendo por qué no están en la escuela…
Y, haciendo un paréntesis en este tema, en realidad, ya las escuelas no tienen maestros, y los pocos que hay no dan abasto. No sé qué pasará con la educación en este país. Los estudiantes de primaria y secundaria en realidad no están recibiendo la enseñanza que necesitan. Quizás por eso muchos padres ni envíen sus hijos a las escuelas. Pero, por otro lado, ¿qué pasará con esos niños? ¿Acaso podrán garantizar sus padres una educación adecuada para ellos? No creo. Lo máximo que harán por sus hijos, estos progenitores que pululan cerca, será enseñarlos a sobrevivir en este ambiente tan hostil.
Trato de concentrarme e intento solo escuchar el trinar de los gorriones, transmisores de paz en medio del turbulento bullicio provocado por la ausencia de electricidad. Llueve a ratos, y esto también provoca inconformidad. A aquellos que querían aprovechar el día que entra el agua para lavar, pero la planificación de apagón tronchó esos planes, en fin…que al parecer todos, de una forma u otra están molestos. Y ¿cómo no estarlo?
Acostada en el suelo, observo el cielo ya un poco más despejado. Volverá a llover, al menos eso dice el pronóstico del tiempo, que puede o no ser certero. Volverá la electricidad en algún momento y escucharé los gritos de alegría de mis vecinos, esta vez felices, por el mero hecho de volver a tener corriente, y poder adelantar la elaboración de la comida, lavar la ropa y los padres, sentar a sus hijos delante del televisor para que «aprendan», seguramente mucho mejor que yendo a la escuela. Y yo, podré encender mi pc y trabajar.
Así se va otro día, con lluvia y/o apagón, los padres o abuelos gritándole a los chicos, pero el barrio seguirá siendo el mismo. Gracias a los gorriones por traer música en medio de tanta contaminación acústica.
Es mejor escuchar a los pájaros que a mucha gente, estamos resistiendo embates del tiempo y la decadencia a diario, y nos queda la escritura, que es una manera de sobrevivir a todo. Los padres deberían ser maestros de los hijos, o debería haber preceptores como en siglos anteriores, porque en las escuelas se adoctrina y realmente se aprende mal. Creo que si los niños miran la tv cubana serán más brutos. Me gusta como escribes.