Los derechos de mi hijo

Mercedes González Amade

HAVANA TIMES — Hace un tiempo atrás hablé sobre la mano suave de la ley en Cuba con respecto a la manutención de los padres divorciados hacia los hijos. Puse de ejemplo al padre de Carlitos, quien vive de espaldas de sus obligaciones, y los intentos que he hecho para revertir esa situación.

Algunos vecinos, amigos y familiares me aconsejan que no siga por esa vía, que con eso solo perjudico a mi hijo.

A veces creo que no hablan en serio. ¿Cómo podría yo perjudicar a mi hijo enseñándole a luchar legalmente por sus derechos?  Es cierto que se está formando una mala imagen de su padre, pero no es mi culpa, no soy yo la que lo ha dejado desamparado.

Al progenitor, lo que le exigen que pague es una cuantía mínima, apenas alcanzaría al niño para el transporte público cuando lo utiliza; sin embargo, se niega a dar la mensualidad y me deja a cargo de la alimentación, la ropa, el calzado, los caprichos y hasta los medicamentos cuando enferma.

Mis reclamos se han convertido en una agonía, la situación es desgastante, considero que es una burla hacia mí y hacia la ley. Él ha sido citado cada 15 días durante casi un año; y yo junto con él. Siempre acudo sola, por lo que se suspende la cita, y así sucesivamente. Mientras, el tiempo sigue pasando y mi hijo no recibe su pensión; tampoco hay una reacción drástica por hacer que la ley se cumpla.

Si estuviéramos esperando tranquilamente por ese dinero, Carlitos estaría muerto de hambre, descalzo o enfermo.

Sin embargo, para mucha gente, lo que hago no está correcto. Creen que pongo al niño en contra de su padre, que lo que debo es educarlo para que lo quiera.

Por mi parte estoy convencida de que lo mejor es seguir insistiendo hasta que se aburran de verme la cara, alguna solución verdadera hay que buscar. Él debe pagarle todo lo que le debe; tiene la obligación de ayudar a su hijo, un adolescente que estudia, practica deporte y tiene aspiraciones de seguir aprendiendo para llegar a ser alguien en la vida.