La lucha con los entrenadores de lucha
Mercedes Gonzalez Aguade

HAVANA TIMES — Ya he dicho en otras oportunidades que mi hijo practica lucha greco romana; hablé sobre los implementos deportivos y la dificultad que enfrentamos las madres a la hora de adquirirlos. Hoy quiero referirme a los entrenadores.
Mi hijo está en este deporte desde los 7 años. Lo inscribí porque Carlitos era hiperquinético y pensé que acercándose al deporte podría superar su falta de concentración a la vez que canalizaría un poco esa energía que le sobra.
Tuvo la buena suerte de que su primer entrenador era una persona con larga experiencia en la materia y, en muy poco tiempo, con disciplina, rigor y comprensión se cumplieron mis objetivos y también el de él: formar un futuro luchador. El instructor sacó lo mejor del niño, confió en sus aptitudes y le enseñó a amar lo que hace; ya saben el resultado: Carlitos fue campeón provincial por varios años consecutivos.
Nadie sabe si fue por problemas personales, el caso es que de pronto, el entrenador abandona el centro deportivo y, claro, también a sus alumnos. El puesto ha sido ocupado varias veces por jóvenes que empiezan con mucha disposición y poco a poco se les va apagando la llamita del interés y así mismo sucede a los alumnos que no se sienten estimulados por buenas clases.
Ha sido un periodo muy inestable, los muchachos han pasado por nueve entrenadores, uno detrás del otro; algunos con cierta experiencia; otros no. La mayoría han renunciado al bello oficio de enseñar para convertirse en Agentes de Seguridad* o trabajadores del mundo artístico; incluso cantantes (ganando un mejor salario).
Con todos he establecido buenas relaciones personales y a veces hasta les reclamo porque esa inestabilidad afecta a los niños y por ende a las madres. En algunos, como en mi hijo Carlitos, ha renacido su falta de concentración y se ha visto afectado su rendimiento académico.
Tal vez, si los entrenadores –que realizan este trabajo ya sea por vocación o como parte de sus estudios- tuvieran algún estímulo monetario cuando logran resultados satisfactorios con sus alumnos, serían menos los desertores y se aprovecharía bien la cantera de Licenciados en Cultura Física que tiene nuestro país.
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*Agentes de Seguridad es el nombre que recibe la plaza de custodio. En este puesto laboral los trabajadores reciben algunos beneficios.
Que lástima. He visto que eres una persona muy motivada, quizás podrían organizarse varios niños y traer de vuelta al viejo profesor.
En la actualidad en Cuba solamente se le da atención al deporte de primer nivel, no es de extrañar que los entrenadores abandonen, unos tras otros, la enseñaza porque el salario que les paga el INDER no les alcanza para nada; por otra parte, las instalaciones depotivas de base son un desastre, deterioradas o convertidas en albergues para personas que han perdido sus casas en derrumbes. Mi consejo, que tu hijo prosiga sus entrenamientos contra viento y marea, si consigue entrar a la EIDE ( o como se llame ahora ese tipo de centro educacional) y destacarse es posible entre en el selecto grupo del primer nivel. Saludos
En resumen, ¡tremenda lucha, querida Mercy!
Abrazos