Errores que limitan

Mercedes González Amade

HAVANA TIMES— El Segundo Festival Nacional para Bádminton se celebró a finales del año pasado con la intención de mantener y aumentar la participación de los discapacitados en el deporte. Con respecto al anterior hubo más calidad en los competidores y más asistencia de personas de otras provincias. Los organizadores -el Índer y la Aclifim-, se esmeraron en cuestiones como alojamiento, alimentación, etc.

Lo preocupante, sobre todo, porque se repite, es que el Índer –a pesar de la presión de la Aclifim – ignora que somos personas con limitaciones físicas (algunas severas).

Por ejemplo, de La Habana solo asistimos tres atletas, cuando en realidad debimos acudir ocho. Cinco negaron su participación por un motivo sencillo: el traslado a la provincia donde tendría lugar el evento sería en tren. Eso significa 14 o 16 horas encerrados en un vagón, sin las más mínimas condiciones para nosotros. Un parapléjico o un lesionado medular no podría hacer un viaje así sin luego sufrir consecuencias drásticas para la salud; sin contar que después de tantas horas de incomodidad, el rendimiento no es el mismo.

Uno de los beneficios que tenemos por pertenecer a la Aclifim es la rebaja de la mitad del pasaje en cualquier tipo de transporte; así que el precio no era un problema.

Cuando solo faltaban 72 horas para que comenzara el festival nos autorizaron a ir en ómnibus, pero solo podíamos acudir los tres que desde el principio dijimos que sí.

El equipo estuvo integrado por un niño que allí cumplió los 11 años y, a pesar de su enfermedad, siempre había jugado de pie, pero de pronto, al llegar a las clasificaciones -que son antes de las competencias- debía jugar en silla de ruedas.

Solo tuvo horas para adaptarse a ese nuevo implemento, sin embargo, obtuvo plata en una categoría en la que jugó con adultos que le duplicaban la edad. El otro atleta también se llevó la plata en la categoría “de pie”, una de las más difíciles. Y la otra es una mujer que ganó oro en la clasificación de la categoría de sillas de ruedas.

A pesar de los inconvenientes del viaje, el equipo se colocó en el cuarto lugar a nivel nacional. Quizá con un traslado menos traumático, el resultado hubiera sido mucho mejor.

La justificación que dieron a este acto tan incoherente con el esfuerzo que se hace de parte de los atletas y de los organizadores fue que, como era fin de año, no alcanzaba el presupuesto para financiar el transporte que nosotros requerimos. Pero eso es absurdo, porque el festival estaba planificado en el plan anual, o sea, se supone que había un dinero reservado para él.

En la organización ¿no se pudo priorizar un ómnibus especial para subir sillas de ruedas? En todas las provincias hay, así que no fue por carencias, sino por mala gestión.

Mientras esas cosas sucedan será más difícil de lo que ya es la incorporación de los discapacitados al deporte, el que ya está se decepciona si percibe que no hay respeto por sus derechos y necesidades.

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