Más sobre «Yeso se escribe con H»
Francisco Castro
Creo necesario recordar el encabezado de mi espacio en Havana Times. Allí hablo sobre una especie de búsqueda que hago a partir de un despertar a la realidad. Esta búsqueda, sin más metáfora, es la de una Cuba realmente socialista y democrática. Ese es mi mayor deseo.
Por qué hablo sobre esto, porque en este momento siento que una mala interpretación de mis palabras puede causar una serie de errores lamentables ya vividos en este país por más de un intelectual, cuyas consecuencias aun están por analizar.
Mi escrito «Today’s Teachers» no se basó, desgraciadamente, en uno, ni siquiera cinco o diez ejemplos. A lo largo de varios años, antes incluso de que mi prima asistiera a la escuela, he escuchado a amigos, compañeros de estudio y trabajo, y personas anónimas en las calles y transporte público, quejarse por la falta de verdaderos maestros en las escuelas, no solo primarias.
Esa acumulación de información afloró a mi escritura con el incentivo del caso de mi prima, que fue lo que me decidió finalmente a escribir. Pero escribo sobre todo, por miedo a que esta situación siga extendiéndose hasta formar un tronco grueso que resultará más difícil cortar.
Soy joven y me muevo entre jóvenes. Una gran mayoría de los niños que estudiaron conmigo en la primaria y la secundaria, se alistaron en los cursos de Profesores Generales Integrales, y le puedo asegurar a Karen Lee Wald que no son esos «jóvenes idealistas» que ella dice dan el paso al frente en situaciones desesperadas.
Créanme, yo me siento tan o más abrumado por esta situación, recuerden que es mi país el que se hunde en el océano de crisis económicas mundiales y de todo tipo, y yo estoy aquí dentro, siendo parte de ello, y a través de esta publicación, haciendo todo lo posible por que esto cambie, que cambie 180 grados, y cambie para bien.
Sí, querida Karen Lee Wald, es increíble el número de jóvenes que deciden convertirse en maestros, pero ¿sabe usted por qué?, ¿ha tenido la oportunidad de conversar con ellos de cerca? No creo que aunque lo haga saque una respuesta que se acerque a la verdad. La gran mayoría de ellos se deciden por el magisterio porque no les queda otra opción. No pudieron ingresar en la carrera que soñaban, o el promedio no les alcanzaba para obtenerla, y antes de quedarse en la calle, pues maestro, o trabajador social, o lo que sea.
Una anécdota personal (que si cualquier cubano de mi generación la lee, podrá verse reflejado en ella, esto se lo aseguro), que recordé al leer sobre el intercambio que Karen Lee Wald realizó en mi ciudad natal:
Cuando se anunciaba una visita provincial o nacional a la escuela, se podía ver por los pasillos una verdadera revolución. Las auxiliares de limpieza limpiaban donde jamás había llegado una escoba, los maestros adornaban las puertas y pasillos con horribles cadenetas de papel, y lo más importante, se reordenaban las aulas, me refiero a la matrícula de las aulas: los más inteligentes se pasaban para dos o tres aulas, con el objetivo de que cualquier pregunta que realizara la visita obtuviera la respuesta que los maestros de la escuela habían planificado, y que la visita quería escuchar. (Ver la película cubana «Alicia en el pueblo de Maravilla» de Daniel Díaz Torres)
Pueden creerme: la solución individualista no está en mis planes, y mucho menos en mi comentario. Lean por favor, lean entre líneas.