Vender Fritas? o lo que aparezca
María Matienzo Puerto
Al inicio era secreto. No digamos que secreto, secreto. Era un comentario de pasillo. Se oía una voz, sin rostro, que decía: ? Fulano quedó excedente en su empresa y le dieron a escoger entre la agricultura y la construcción. El pobre, él está renuente, pero qué va a hacer. Le dieron un mes con sueldo y lo demás es por su cuenta.
Entonces, hagamos un poco la historia de Fulano.
Un tipo común, al que eso de apretar el botón le venía bien. Por el dinero que le pagaban, y sobre todo porque era lo único que sabía hacer. Llevaba unos cinco años apretando el botón, que lo mismo era para apagar la luz, que para cobrar el teléfono, que para reparar computadoras.
Por supuesto, al lado de Mengano que es veterano en eso de apretar el botón, cinco años no es nada. Mengano, militante del partido, ha vivido más que Fulano, que solo tiene treinta y tantos y que aún está fuerte para asumir otra vida, lejos de lo que estudió, que seguro tenía que ver con el botón que debía apretar diariamente.
Por eso la construcción o la agricultura no eran un problema mayor. Aún así le quedaba la opción de comenzar a no hacer nada. Nada de verdad. Sentado en la casa, esperando a que se abra una puerta.
Al inicio, era así. Los fulanos que se iban era los que no producían, los que habían llegado de último, los irresponsables, o los que no tenían demasiada experiencia. Ahora es cualquiera.
No importa que seas el buen y siempre destacado guardia de seguridad, editor, oficinista, burócrata, ingeniero o técnico especialista en apretar botones imprescindibles. Si quedas fuera del listado, quedas fuera.
Así le pasó a un amigo, que como casi todos mis amigos, es poeta. Quedó fuera en uno de esos recortes no anunciados a la prensa. En sus averiguaciones, porque lo único que sabe hacer mi amigo es escribir, se enteró que la jefa máxima, de la institución para la que trabajaba le dejaba la opción de poder vender fritas*.
El único problema es que mi amigo no sabe cocinar.
* Antiguamente en Cuba existían unos carritos en los que vendían todo tipo de comida frita. De ahí que denominando el todo por la parte, se diga vender fritas a toda la comida rápida.
el que a buen arbol se arrima, buena sombra lo cobija. me encanta lo critica que eres en este articulo , te felicito y me felicito yo por darte algo a lo que te arrimas, y te da una sombra mas radical, magnifco sin guataqueria y corto como me gustan los articulos saludos desde la tierra de la samba.
muy bueno, es una lastima para los hermanos que estan en la isla ,personalmente te mandamos saludos