Teatro de resistencia, independiente del Estado cubano

Lynn Cruz

HAVANA TIMES – Teatro Kairós es un colectivo independiente que surgió en el año 2012. Un proyecto alternativo, que trata de subsistir de manera itinerante.

Patriotismo 36-77 es su nueva obra en proceso de montaje. La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters, sirvió como punto de partida para crear este nuevo texto de mi autoría.

Cinco prisioneros monologan desde su encierro. Presos de conciencia, otros de la codicia, del odio.

Dentro del elenco participarán actores naturales que han vivido experiencias similares, conjuntamente con profesionales.

A raíz de los episodios de censura que sufrí cuando tratábamos de presentar el documental Nadie, de Miguel Coyula y la obra de teatro Los Enemigos del Pueblo, se me ha despertado un interés profundo en los artistas censurados y reprimidos que existen en la isla.

Cuando comencé el Teatro Kairós en el 2012 con presupuesto de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), realicé el montaje de El Regreso, una versión de La Indiana, obra original de Àngels Aymar, autora catalana.

En aquel momento no entendía que hacer teatro fuera de las instituciones oficiales constituía, en sí mismo, una posición política.

Esto provocó que Gisela González, la antigua presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE), me tratara como a una disidente, a pesar de que El Regreso no era una obra de contenido político y ella además ni siquiera se la había leído.

González, supongo, estaba sorprendida de mi “osadía”, algo que para mí era completamente natural. Aquel fue un proyecto que surgió, de manera espontánea, de la colaboración con mi amigo Carlos A. García, un antropólogo. Este trataba sobre la presencia catalana en Cuba durante la segunda mitad del siglo XIX. Nos tomó varios meses de investigación y la confianza de Aymar al otorgarnos los derechos de su obra.

Me resultó muy extraño que González me maltratara. No había pasado por una experiencia similar, imagino, porque hasta ese momento solo había sido una actriz, y los actores llegamos a las producciones cuando ya todo está armado, incluidas las fuentes monetarias.

Hoy comprendo su sobre reacción. Ella era una funcionaria, una figura política encargada de aplastar cualquier manifestación escénica que despertara sospechas. Yo, al tener un presupuesto aprobado por la AECID le suscité una pregunta airada: “¿De dónde tú saliste?”.

Mi respuesta debió haber sido: “Del útero de mi madre”. Su cuestionamiento capcioso tenía como único fin reducirme a la nada y forzarme, tal vez, a que respondiera con hipocresía revolucionaria, de la cual ellos son los inmediatos representantes.

Por supuesto hoy es impensable que repita aquella experiencia de burdo escamoteo y censura, porque tengo clara la imposibilidad de diálogo y porque desde hace más de un año una nueva medida le prohibió a las embajadas radicadas en el país la colaboración cultural, a menos que los proyectos estén avalados por los funcionarios dentro de las instituciones.

González después de insultarme dijo: “Carlos Díaz me manda para acá a cualquier cosa”, cuando le expresé que Díaz, director de Teatro El Público me estaba apoyando. Tampoco mostró respeto hacia él, quien entre otros reconocimientos ostenta el Premio Nacional de Teatro.

Ese hecho no es aislado. El Estado cubano les da el poder a personas como González, para que de manera impune maltraten a los artistas. Ella arbitrariamente en aquel momento además me desprogramó de la sala Adolfo Llauradó donde yo tenía previsto mi estreno.

Tiempo después, González después estuvo involucrada en un caso de corrupción vinculado a la venta de pasaportes oficiales a personas que no pertenecen al CNAE. Esa actividad la realizó durante varios años y provocó, en parte, la crisis migratoria de los cubanos varados en Centro América.

El pasaporte oficial incluía convenios para viajar sin visado a países suramericanos también. Muchos emprendieron la travesía para llegar a la frontera mexicana con ese estatus legal.

Ningún miembro del CNAE se reunió para darles una explicación, por ejemplo, a los artistas que se encontraban en aquel momento esperando por su pasaporte oficial para viajar y que a causa de ello no pudieron hacerlo. Algunos hasta ignoraban cuál había sido la causa de esas paralizaciones. 

El teatro hoy en Cuba dentro y fuera de las instituciones se hace por amor. No se puede vivir de él. Realizarlo de manera independiente, es no solo un acto de resistencia política, sino una filosofía de vida, una necesidad de expresión. Hemos renunciado a las migajas del Gobierno para poder liberar a nuestro arte de la ideología estatal. Caer presas de ella, significaría matar el pensamiento.

 

para mí era simplemente natural completamente natural

que se dio de manera espontánea que surgió, de manera espontánea, de la colaboración con mi amigo Carlos…

 

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