Reconcentración Castro-Trumpista

Lynn Cruz

El general español Valeriano Weyler

HAVANA TIMES – La humanidad olvida muy pronto, hace poco más de un siglo que el general español Valeriano Weyler protagonizara uno de los episodios más oscuros en la historia de Cuba, conocido como la Reconcentración de Weyler.

Carlos M. Trelles y Govin, historiador cubano, afirma que por esa causa murieron no menos de 300.000 cubanos. Fue un método cruel, cuyo objetivo era aniquilar militarmente al movimiento independentista de 1895.

Desde hace varios meses, en las redes sociales, los cubanos y cubanas, inundan sus muros con imágenes de largas colas para conseguir alimentos.  Eso se debe a los signos de un nuevo Periodo Especial, que no es más que la antesala de una nueva crisis económica, producto de la situación que vive el hermano pueblo venezolano, ante la persistencia en el poder de Nicolás Maduro, a pesar de las masivas protestas.

Cuando se llega a tocar fondo, como está sucediendo en Venezuela, es inevitable analizar cómo se llegó hasta allí. Para nadie es un secreto la influencia de la denominada Revolución cubana en Latinoamérica. Entonces, muerto el líder revolucionario cubano, ¿quién vive? a pesar de la experiencia transmitida por el régimen cubano.

Con la Ley de Ajuste Cubano, los EU comenzaron a asimilar a todo aquel que estuviese en contra del totalitarismo de Fidel Castro. Una vía de escape que a la larga ha resultado la espada de Damocles para el pueblo cubano. Atrapados entre el conflicto de poderes, por un lado los políticos que responden a la clase media y alta de la Florida, por el otro el gobierno cubano.

Una vez que un cubano pisaba territorio estadounidense adquiría la categoría de “refugiado”. esta palabra comenzó a influir en las psiquis de los emigrados. No es que esté negando las razones políticas del emigrado, pero visto desde esa sola cara del prisma, reduce, simplifica el conflicto, teniendo en cuenta que en “circunstancias normales”, los cubanos emigrarían también, pues no se debe perder de vista que Cuba es un país subdesarrollado y sin recursos.

Miami es una ciudad que mezcla el rencor con la nostalgia. Hay hasta una pequeña Habana. La idea era olvidar el pasado y construir un espacio cubano dentro de territorio estadounidense. Pero Cuba es un estado mental, agudizado por la tragedia. Claro, para quienes se enfrentaron al sistema y tuvieron que salir huyendo, no había vuelta atrás.

La realidad cubana, a pesar del totalitarismo, es cambiante; los medios en la Florida persisten en que el castrismo sigue siendo el mismo.  En mi caso, opino que este ha traicionado las ideas de justicia social por las cuales ha resistido el pueblo, dejaron de ser socialistas, implantaron un capitalismo de bajo presupuesto y regresaron a la ropa vieja burguesa. Algo que me llamó la atención durante mis viajes a Miami es que allí no se puede decir nada bueno de este sistema, entonces, cuando las personas no pueden razonar, respecto a un fenómeno, es lo más cercano al fanatismo.

En Cuba moldearon a los cubanos predisponiéndolos contra el imperialismo estadounidense, en Miami contra el castrismo. Sin matices.  Ambos poderes persiguen la dominación, aquellos del otro lado del mar, y estos desde la orilla. Se pudiera inferir que existe cierta simpatía, teniendo en cuenta que Donald Trump es un presidente populista, solo que populista de derecha.

En estos momentos, y alentado por los senadores republicanos de la Florida, Trump planea asfixiar a la Isla económicamente. Con las imágenes de Venezuela basta para entender cuál es el futuro inmediato para aquellos que como yo, vivimos en Cuba. La oposición cubana externa quiere presionar al pueblo para salir a las calles, para ello cuenta con sus aliados internos, alineados lógicamente con ese discurso apocalíptico por recibir las migajas económicas de ese otro poder que también parasita y vampiriza a los cubanos.

En Cuba existe algo que se llama “La guerra de todo el pueblo”, eso significará que en un caso extremo, el Gobierno uniformará a las personas para que estas sean la vanguardia en el frente de lucha.

En sesenta años, el único que ha dicho algo distinto es Barack Obama, quien, en efecto, puso el dedo en la llaga: “Seis décadas de embargo han demostrado el fracaso de una política, pues esta no ha cambiado nada”. El proceso de descongelamiento iniciado por él se presentó como la mejor alternativa hacia una transición pacífica dentro de la Isla.

Algo que para mí resulta sospechoso respecto a la política en la Florida, y es por qué la mayoría de los cubanos, intelectuales o no, una vez que llegan allí automáticamente se convierten en republicanos. No quieren saber de los demócratas. No quieren complejizar el discurso. Hay algo perverso en ello, y es relacionado con los medios. La propaganda anticastrista es constante, porque odiar es muy fácil. Está claro que verde verde da maduro, como dice el refrán popular. Por ello concluyo que no hay nada más parecido a un castrista que un anticastrista.

 

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