¿Quién dominará después de esta crisis, el tío Sam o el confucianismo chino?

Por Lynn Cruz

HAVANA TIMES – Hace poco vi el filme Kursk, del director danés Thomas Vinterberg. Es la historia del submarino ruso que da título a la película. Una vez más y ya en 1994, los rusos repetían los mismos errores que durante los sucesos de Chernobyl, no escuchar a los especialistas, ni respetar la competencia. A causa de la ineptitud de los funcionarios, murieron los sobrevivientes. En 1991 el sistema socialista había colapsado en ese país, pero la mentalidad vertical no fue superada.

En Cuba como en Rusia nunca ha existido democracia. Los cubanos pueden hablar de política internacional con fluidez y desapego, pero en cuanto toca analizar nuestro conflicto, rápidamente aparece el trauma del totalitarismo y de las dictaduras. Eso se debe principalmente a que solo durante algunos períodos de la república tuvimos coqueteos liberales. La Constitución de 1940 se considera avanzada para su tiempo. ¿Qué habríamos llegado a ser? Esa respuesta puede que no esté ni en la Cuba del otro lado del Caribe.

Existe una diferencia notable entre ser un cubano de la Isla y un cubano de los Estados Unidos. Esto pudiera parecer trivial, pero cuando se discute sobre nuestra situación a muchos simplemente se les olvida que los que vivimos aquí somos seres humanos. ¿Quién inventó el comunismo? ¿Quién decidió ponerlo en práctica? ¿Quién le dio el poder a Fidel Castro? Todas esas realidades existían mucho antes incluso de que yo naciera.

Por otra parte, es impensable que las decisiones que tome el Gobierno de los Estados Unidos no sean determinantes para Cuba. Además de hablar, Castro no hizo nada para librarnos del imperialismo. Está demostrado que las naciones que han sufrido guerras económicas han salido más fortalecidas, como es el caso de Vietnam. Pero nuestro país cada día depende más de las Administraciones de la Casa Blanca. 

A ello se suma el hecho de que el exilio cubano tiene un papel decisivo en las elecciones estadounidenses. ¿Qué quiere decir esto? Que, si la Florida quiere, podrían mejorar las relaciones con el Gobierno cubano. ¿Cuál es el origen de todo este drama? Una deuda no resuelta entre esas dos fuerzas, por esa razón no siento empatía por ninguna de las dos.

La Ley Helms Burton surgió en el año 1996 con el objetivo de zanjar el tema candente durante la nacionalización en Cuba, la propiedad. O sea, esta ley no es otra cosa que negociación. ¿Cuál es el problema entonces? ¿Acaso no están multando a las empresas extranjeras que explotan los terrenos en la Isla?  ¿Por qué se empeñan en adicionar sanciones? Si en verdad los políticos de la Florida quieren lo mejor para el pueblo de Cuba, deberían comenzar por dar el primer paso y entrar, en vez de eternizar más el conflicto. No quiero decir que sea fácil, pero ya me cuesta tragar que estas divisiones sean solo responsabilidad de la dictadura cubana.

¿Qué es lo que quieren demostrar? ¿Que el régimen cubano es incapaz de producir un boniato diario para su población? Eso no es un secreto. Pero mientras más presionan a los Gobiernos de los Estados Unidos, más nos acercan a China. El denominado gigante asiático ha ido entrando en Latinoamérica de manera silenciosa. En política hay que saber perder, dejar a Fidel Castro sin oposición interna le dio el poder de los soviéticos antes, luego de Venezuela, y ahora sus herederos estrechan las alianzas con Xi Jinping.

Las nuevas medidas de control social que desde hace algún tiempo ensaya el régimen cubano son similares a las que existen en el confucianismo autoritario chino, tal es el caso de los Decretos Leyes 373 (sobre el contenido de la producción audiovisual) 370 (sobre la libertad de prensa) y el 349 (sobre la creación artística).

Actualmente en Cuba se ha incrementado la represión, el acoso, y las multas a periodistas independientes, youtubers, influencers, incluso contra el propio pueblo cuando usa sus celulares para denunciar por medio de imágenes la situación de asfixia que padecemos. Por un lado, la crisis sanitaria, y por el otro, un desabastecimiento atroz de productos básicos como alimentos, medicinas y productos de aseo personal.

Tal vez la motivación principal que me condujo a escribir fueron los comentarios en los muros de Facebook de muchos cubanos agradeciendo a Trump. Se referían al cheque de 1200 dólares que emitió el Departamento de Estado de los Estados Unidos a sus ciudadanos, para compensar el descalabro provocado por la gripe Covid-19 en ese país. Resulta que, como sus edificios, el monto de los fondos públicos ahora también lleva su nombre. 

Entonces los cubanos que no ven ningún problema en que Trump sea un presidente racista, sexista, homofóbico, xenofóbico que día a día construye su autocracia, critican el autoritarismo cuando es de izquierda, pero aplauden a la derecha aun cuando la falta de sensatez del mandatario de los Estados Unidos ha conducido a miles de personas a la muerte, por menospreciar la amenaza que significaba el coronavirus. Esos cubanos hacen que la palabra democracia, la que tanto aplauden, termine siendo hueca y sin significado tanto en “el exilio”, en la Florida, como para los que mandan en la Isla y van rumbo al estilo chino.