Protesta masiva de la comunidad LGBTIQ+ cambia el panorama político en Cuba

Lynn Cruz

HAVANA TIMES – Este sábado, la comunidad cubana LGBTIQ+, en La Habana, tomó el Paseo del Prado rumbo al Parque Central, tal como había anunciado en las redes sociales, y en respuesta al Cenesex, institución regida por Mariela Castro, quien suspendiera días antes la acostumbrada conga programada contra la homofobia.

La protesta fuera de la agenda oficial comenzó con alegría y terminó en violencia, como era de esperar, con un cerco policial desde La Habana Vieja hasta El Vedado, (al parecer temían un levantamiento popular).

Según el Ministerio de Salud Pública, no era prudente salir a las calles, pues eso se podría “mal interpretar por grupos contrarrevolucionarios”, dada la situación actual de Venezuela. O sea, el Gobierno cubano suspendió la conga por miedo. Por su parte, la comunidad LGBTIQ+, manifestó que en verdad el Cenesex estaba cediendo a las presiones de las iglesias, pues estas amenazaron que, de darse la conga, también tomarían las calles.

Recordar que, en enero pasado, en el parque Lennon, en la localidad de El Vedado, una veintena de miembros de la comunidad LGBTIQ+ se reunió para protestar por el retroceso de la discusión del artículo 68 – relacionado por el matrimonio igualitario- en el referendo constitucional. A esa acción se le sumó una besada pública en las puertas de las iglesias que provocó detenciones y amenazas a los activistas.

Después de ver las imágenes durante las protestas en Venezuela, donde el poder encabezado por Nicolás Maduro fue capaz de pasarle por encima al pueblo con tanques militares, no hay duda de lo puede orquestar el Gobierno cubano en caso de que se vea amenazada la cúpula de su ejército, dadas las circunstancias actuales de acorralamiento económico, por parte de Estados Unidos.

El poder de la Isla ha recibido la herencia de Fidel Castro, el titiritero del poder de la izquierda en América Latina. Al diablo con la ética, los principios, la derecha o la izquierda, en un mundo donde prima el capital, las transnacionales, los business man. En Cuba se reducen las importaciones, se pone en riesgo las necesidades básicas de los cubanos, pero aumenta la inversión en la construcción de hoteles.

El Gobierno cubano baraja su situación después del fracaso de la oposición venezolana con su reciente operación libertad. De suceder a una intervención militar en Venezuela por parte de la Administración de Trump, desataría un conflicto entre potencias. No pasar por alto los intereses de los rusos y los chinos en ese país.

En medio de todo, es evidente el poder de las iglesias protestantes en Cuba, hasta el punto de no permitirle bailar su conga a la hija del general del ejército, Raúl Castro, luego de que minimizaran también el poder político del Cenesex, con lo sucedido con el Artículo 68.

Otro hecho alarmante y que toca muy de cerca, es que Daniel Ortega desde 2007 ilegalizó el aborto en Nicaragua. Anuló el Artículo 165 del Código Penal, vigente desde 1893, que establecía el aborto terapéutico como figura legal. Pasó por alto la tradición, para contar con el voto de las iglesias.

Imagino ahora vendrán las respuestas de las iglesias en Cuba y luego las del pueblo hambriento, a causa del desabastecimiento, animados también por el brillo de la comunidad LGBTIQ+ en una isla sitiada, condicionada para el explote social.

De ceder a esos impulsos, ¿se repetiría el mismo guion que el poder cubano ha diseñado con éxito a los gobernantes nicaragüenses y venezolanos? Ambos pueblos salieron a las calles, defendieron con valor sus derechos. El resultado fue las pérdidas de vidas humanas, heridos, desestabilización y penurias económicas para los mismos que salieron a las calles. Algo que comenzó de una manera genuina, el poder lo convirtió en un ciclo vicioso de violencia.