Educando un homofóbico
Por Luis Rondón Paz
HAVANA TIMES — El pasado 13 de mayo, a unas horas de haber manifestado en el espacio público mi orgullo de ser diferente, enfrenté uno de los retos más grandes de mi vida. Mas, debo admitir que el resultado fue revelador para mí e instructivo para la otra persona involucrada en el episodio en cuestión.
Pero bueno, aquí narro cómo sucedió todo.
El 13 de mayo, como era de esperarse, fue el día cuando todos los integrantes del colectivo LGBTI mostraron con orgullo su amplia diversidad a la sociedad cubana y al mundo, denunciando el auténtico derecho a existir, bajo el amparo de las mismas leyes que privilegian en mayor medida a las personas heterosexuales.
No tenía mucho tiempo ese día, salí corriendo a mitad de la marcha, tenía clases en la universidad ese día, y para mí los estudios son sagrados.
Lamentablemente perdí mi tiempo, porque cuando llegué supe que el profesor no se había presentado. «Qué fiasco», dije para mi interior y me apresuré a buscar la vía más rápida de llegar hasta mi casa y regresar a la ciudad.
Entonces opté por hacer auto-stop o botella, como le decimos popularmente en Cuba.
Al medio día estuve pidiendo adelanto en la esquina de Tulipán y Boyeros, a los 10 minutos de recibir varias veces No, abordé un auto particular, algo raro, porque generalmente los carros privados solo dan botellas a las mujeres, y yo no me veo exactamente como una.
Debo agregar que el sujeto que me dijo que subiera era muy apuesto, un hombre de unos 50 años muy bien conservado. Rápidamente entablamos una conversación hasta llegar al reparto Fontanar del municipio de Boyeros.
En el transcurso del viaje pude constatar que él me había dado botellas en una ocasión, pero al principio de la conversación no me había reconocido por el largo de mi barba.
«Sabes, creo que tú me has dado botellas anteriormente, claro, yo no tenía esta barba tan larga»-
«Bueno, para ser sincero, te dejé subir al auto porque me pareciste una gente diferente»
«No sabes qué diferente soy» –pensé, y le regalé una sonrisa.
«Bueno es obvio que no me ibas a reconocer con esta barba».
“¿Tú eres pelotero?»
«No»
«Porque en las grandes ligas los peloteros se dejan la barba como promesa para ganar el campeonato, ¿y a ti no te molesta esa barba tan larga?»
«No, para nada, yo me la dejo, porque el techo se ha caído y ha bajado para la cara el crecimiento, además de que tiene su encanto».
«¡Pero las mujeres no te van a mirar con esa imagen!»
«Bueno compadre, en estos momentos eso no me preocupa».
«Deja que tengas mi edad y salgan las canas».
«Si te fijas bien verás que tengo unas cuantas, lo que no se ven mucho porque mi barba es muy tupida, además, para gustos hay de todo en este mundo, así que siempre habrá alguien a quien yo le guste con mi barba tal y como esta».
«Con la cantidad de maricones que hay en este país seguro que algo se te va a pegar».
«¿Y este a qué viene con ese asunto?»- me dije, y decidí dar rienda suelta al tema para ver hasta dónde llegaba.
«Ahora este país está lleno de maricones, yo no entiendo esa furia de ser gay.
«En Cuba siempre ha existido eso que usted dice, ahora lo que sucede es que la gente está saliendo más del armario»
«Yo soy homófobo homófobo homófobo! Si en Cuba existiera un partido en contra de esa gente yo sería el primero en unirme a ellos».
«!No!, le ha dado fuerte al tipo», medité. Pensé decirle mi orientación sexual, bajarme del auto y mandarlo al carajo, pero rápidamente reflexioné y asumí la situación en la que me encontraba como un reto y como embajador del colectivo LGBTI. Determiné actuar como todo un diplomático insertando mis mensajes educativos a su realidad.
«Si no fuera por la Mariela esa todos los pájaros esos no tuvieran nada, y ahora para colmo en las escuelas hay profesores gays y hablan del tema abiertamente ¿Qué es eso?!
«La orientación sexual no tiene que ver nada con la profesión o los valores humanos», le repliqué e ignoré su afirmación sobre la hija del actual presidente cubano.
«Yo no tengo nada contra de los maricones, tú haces de tu culo un tambor, pero con discreción. ¿Qué es eso de andar de la mano en la calle? Y Las travestis!? ¡Qué asco! Cuando yo era muchacho, en la universidad los expulsaron a todos.»
«Muy mal hecho», -le contesté. Estoy convencido que la orientación sexual tiene nada que ver con tus valores como profesional y ser humano. De hecho, hay muchas investigaciones que prueban que la homosexualidad no es una enfermedad.
«¿Y qué me dices de esa moda gay en la televisión?, cuando yo era joven no ponían nada de eso, te están incitando»
«En primer lugar, quizá el tipo de promoción de la homosexualidad en los medios cubanos esté siendo mostrada desde un enfoque inadecuado, No creo que eso sea contagioso», lo que no entra por los ojos…»
«…No entra por el culo.»
«Además, si fuera contagioso ¿cuántos amigos y hermanos gemelos fueran gays? Yo conozco muchos hombres y mujeres de tu generación que se han criado con homosexuales y no son gays».
«Sí, pero cuando yo era niño no existía esa moda en la televisión».
«Lo ves como moda porque es algo que desconoces, y como me comentaste hace un rato consideras que es algo privado, en lo de privado estoy de acuerdo en cierto nivel contigo, no cabe duda que la orientación sexual es un asunto que no le importa a nadie. Pero lamentablemente en Cuba se ha usado y aún se usa para perseguir y discriminar ese colectivo, el cual, dicho sea de paso, legalmente se encuentra en desventaja. Por tanto, creo que debería ser un tema tratado en los medios. Insisto, la homosexualidad no se pega, de hecho, usted es la prueba viviente de que no se pega, a ti no te gustan los hombres.”
Hubo un breve silencio, y como por arte de magia la conversación cambió hacia la erección y capacidad del hombre para complacer a la mujer.
«Yo creo que cuando no se me pare más mi vida pierde el sentido, hasta el sol de hoy funcionó bastante bien, no todos los días porque mi mujer ya no me busca tanto, pero cuando lo hacemos yo le doy dos palos seguidos».
«Cuando yo tenía veinte años lo único que me pasaba por la cabeza era el sexo, pero ya eso ha cambiado, para mí el sexo comienza desde el cortejo hasta el coito, que dicho sea de paso dura apenas unos cinco segundos. Y a veces no necesariamente el placer entre dos personas tiene que verse condicionado a esos segundos que dura el orgasmo».
«Tienes razón», dijo tras una breve pausa.
«Detén el auto aquí, esta es mi parada».
«Cuídate por ahí, muchacho».
«Gracias por la botella y la charla. Ahh! Yo soy gay, tenga buen fin de semana!»
Su rostro se contrajo por un segundo seguido por una sonrisa.
Me encantó el final…
Estimado Luis Rondón: Ud. ha demostrado con su comportamiento educado, amable y decente, que los gays son personas normales y decentes, y son gente respetuosa. Ha sido un ejemplo de que la buena educación y los buenos valores humanos que existen en las personas son independiantes de la orientación sexual y no están condicionados por esta. Le expreso además toda la admiración y respeto que siento por Ud. Gracias por publicar un texto como este.
Estimado Vikktor, agradecido le estoy por sus palabras, más le comento que escribir para este medio sobre mi realidad y la de otras personas que por miedo no puede, es mi deber y compromiso Como comunicador, periodista y activista; promover una sociedad más justa, mis palabras transformadoras son la mejor herramienta que he encontrado y las uso siempre que tengo la oportunidad. Un saludo desde La Habana.
Instructiva la charla con el señor, además de inteligente el haber aprovechado la «botella» hasta el final…
Si señor!
jajajajja,me diverti mucho leyendote,felicidades por tu labor.yo nada en contra y mucho a favor.saludossss
Historias de vida como esa tengo muchas, en otro momento mandaré otras.
me alegro que les haya gustado,
saludos.