Los otros temores de Martí

Erasmo Calzadilla

 “Respect for freedom and the thinking of others, even of the most wretched of being, this is my radicalism: if I die or they kill me, it will be for that,” said Jose Marti.
El respeto a la libertad y al pensamiento ajeno, aun del ente más infeliz, es mi fanatismo: si muero o me matan, será por eso." Jose Marti

Ya debemos estar todos los cubanos más que enterados de lo preocupado que estaba el apóstol de que el imperio del Norte, en su expansión, se embuchara a Cuba y a los otros pueblos americanos. Mucho que nos lo han repetido, y vaya que tenía razón Martí para temer…

Pero muy poco, o mejor dicho nunca, había escuchado antes, en el baboseo oficialista, la tremenda inquietud que tenía el Maestro de que sus esfuerzos en la guerra provocaran la caída de la tiranía Española, pero a cambio del entronamiento de un déspota que apantallado en ciertas virtudes y poyado en la gloria alcanzada en la guerra, se hiciera el amo de Cuba.

Téngase en cuenta que el peligro y la amenaza yanqui no eran menores entonces que ahora, y sin embargo Martí, que llama intensamente a la unidad, no asume que la necesaria unidad implique para nada la homogeneidad de pensamiento, o el acatamiento a la voluntad de un líder. Pero oigámoslo:

(Las siguientes frases las extraje de un libro del escritor cubano Eliseo Alberto Diego, y son un motivo más para apreciar a Don Pepe. Si alguien conoce en qué lugar específico de su obra encontrar tales palabras, por favor coméntemelo.)

«Es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen despótico personal, que sería más vergonzoso que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo.  La larga posesión del poder quita el sentido.

El respeto a la libertad y al pensamiento ajeno, aun del ente más infeliz, es mi fanatismo: si muero o me matan, será por eso.»

¿Será casual que los cubanos de hoy no estemos familiarizados, la inmensa mayoría de nosotros, con tal faceta del maestro?