Los obreros sin paraíso

Por Daisy Valera

La clase obrera va al paraíso
La clase obrera va al paraíso

Hace algunos días pasé por casualidad por el cine Charles Chaplin, uno de los cines habaneros con mejor programación y me puse a leer la cartelera.

La película que iban a poner en ese horario tenía el siguiente título: La clase obrera va al paraíso de Elio Petri (Italia 1970), y pertenecía a un ciclo de las 50 mejores películas del siglo XX.

Por lo interesante del título entré y así fue que me encontré con una de las realizaciones cinematográficas que más me han conmovido después de años de vagar de un cine a otro.

El personaje principal se llamaba Lulú y la película transcurrió fundamentalmente en una fábrica de piezas de autos.

Para quien nunca ha vivido en un sistema capitalista y solo a podido estudiar sus características, Los obreros van al paraíso le permite ver con todos los matices lo que es la vida de un obrero.

Lulú aparecía solo como una máquina de  trabajo, produciendo constantemente para un dueño ausente.

Estresado y cansado, no había para él más posibilidad que estar atado a una máquina de hacer piezas.

Pierde un dedo y también por un tiempo el trabajo, por primera vez se da cuenta que es tener algo de tiempo libre para ver a su hijo y la innecesidad de tener tres relojes despertadores, y otro montón de cosas que eran totalmente inútiles.

Lulú sufre una gran crisis, piensa que va a enloquecer, comprende que su sistema social lo ha cosificado y deshumanizado.

Pero regresa a la fábrica, decidido a resistirse y en alianza con sus compañeros le declara la lucha a muerte a ese sistema que hace que su vida trascurra casi totalmente en una fábrica, prácticamente esclavizado.

Cuando terminó, las imágenes de la película se me mezclaron con las experiencias que de sus padres me han contado amigos que no son cubanos, sus padres se parecen a Lulú, tienen dos trabajos diarios y solo seis horas libres.

Así que la película se repite en la mayoría de los países que nos rodean.

El mundo capitalista es incapaz de satisfacer a la humanidad, su funcionamiento depende de que siempre allá una clase explotadora y una explotada.

Luchar por la desaparición de este sistema no es una cuestión de gusto sino de necesidad.