Un poeta sin casa en una tierra socialista

HAVANA TIMES – Un amigo estresado me visita. Me cuenta que una familia ha invadido su casa. Incluso ha ido el delegado, ese representante del Gobierno en la comunidad, para resolver el problema y se han negado rotundamente a salir del lugar. Así es como mi amigo, el poeta Ghabriel Pérez me cuenta lo que hizo luego. Fue a la 1era Unidad de Policía, le dicen que no es ahí donde debe solicitar la ayuda, sino en la 2da Unidad de Policía. Se encaminó entonces a donde le dijeron. Y la respuesta es que no, no es en la 2da, es donde había ido anteriormente: en la 1era.
Me sigue contando: empiezan a pelotearme (decimos así en Cuba cuando te mandan de un lado para el otro sin resolver el problema), y después a mucho ruego, me dicen que eso no es asunto de ellos. La Policía Nacional Revolucionaria puede intervenir cuando se ocupan establecimientos estatales, no particulares. Que eso para resolverse es en Fiscalía.
Para allá fue, entonces. Fiscalía le responde que tiene que presentar una denuncia. Se realiza una investigación, que puede durar de 30 a 60 días. Y luego se procede como está establecido. Presentó la denuncia inmediatamente. Ambos, mi amigo y yo, sospechamos que el amargo incidente pudo haber sido inducido por el mismo Estado. Muchas amistades en común piensan lo mismo.

Aunque Ghabriel Pérez sea un poeta reconocido: Premio de la Ciudad, con libros publicados en narrativa también, tenga reconocimientos en el ámbito cultural por su activa participación en la misma. Fue el iniciador, impulsor del concurso literario «Celestino», facilitador en talleres de literatura por toda la provincia, editor por muchos años tanto en editoriales del Ministerio de Cultura como en los proyectos eclesiales de Caritas, con un recorrido admirable, nuestro amigo se caracteriza por una visión crítica de la realidad, y una actitud contestataria. Formas de ser para las que los gobiernos totalitarios como el nuestro no conceden perdón. Y no hay virtud ni esfuerzo ni aporte que pueda importar más que esta de pensar diferente.
No puedo dejar de recordar lo que me compartiera en su propia casa en Mayarí, el biólogo y periodista independiente Osmel Ramírez Álvarez. Un día, me comentó, lo rodearon en su hogar más de una perseguidora, policías hasta por gusto, solo faltaron los helicópteros, tipo película estadounidense de domingo por la noche, cuando empezó a escribir para «Diario de Cuba». Lo detuvieron, y le quitaron la computadora con sus discos duros. Por fin, le permitieron regresar a su hogar con su familia después de los consabidos interrogatorios. ¿Y la información? le pregunté. Nunca me fue devuelta, me respondió, tuve que armarme después otra compu.
Si pones un cartel, si gritas Abajo Raúl Castro, si pones Abajo la Dictadura Castrista, ahí si llega la PNR (policía nacional revolucionaria), el DTI (Departamento Técnico de Investigación), el MININT (Ministerio del Interior). Pero si te roban, si invaden tu casa, si tienes algún que otro problema entonces es distinto. Esto lleva sus complicados procesos. Una burocracia que en muchas ocasiones te dice: «el problema es tuyo, resuélvelo como puedas». Como cuando te roban, que después de tantas preguntas, te dicen de algún modo que el responsable de que te robaran eres tú misma por descuido en la seguridad.
Así que, viendo a mi amigo sin su casa, durmiendo por ahí por la rabia, como me contó, en yerbasales, en los bancos de los parques, donde le cogiera la noche…Y yo pensando que no lo merecía (ni él ni nadie), decidí publicar un post en mi muro de Facebook. Que me dieran casas cerradas de personas en misiones Internacionalistas. Porque francamente necesitábamos un hogar para que residiera esta familia, y nuestro amigo recuperara la de él.
Tengo la inmensa alegría que al otro día de ser publicado el post el problema se resolvió. Un amigo en común me avisó que Ghabriel ya estaba instalado en su casa sin mayores contratiempos. Me alegré mucho. Nuestro amigo en común me hizo notar que el problema se había solucionado a raíz de mi publicación en Facebook. O sea, ¡me siento una heroína! Y aunque no está bien alimentar tanto el ego, tengo que reconocer lo bien que se siente cuando una hace algo acertado, correcto. Cuando se está del lado justo de la historia.
Me alegra que el poeta pudo recuperar su casa. No tengo el placer de conocerlo personalmente pero a través de Facebook he aprendido sobre su arte y pensamiento crítico.