Sobre el tema del suicidio en la Cuba de hoy
HAVANA TIMES – Una amiga me conversa que vivió un intento suicida. En uno de esos momentos que sentía no poder más se tomó toda una tirilla de alprazolam. Se acostó a dormir con las esperanzas de no levantarse al otro día. Para su sorpresa a la siguiente mañana se encuentra con sus ojos abiertos como si nada. Solo con la tristeza de haber desperdiciado sus pastillas que son las que más falta le hacen para soportar el momento a momento.
Se lo comenté a un amigo estudiante de medicina que va a casa de vez en vez a mirar los libros que tengo, y a conversar de mil cuestiones. Él me dice que son pastillas con efecto techo. No tienen efectos en el cuerpo más de dos. Luego de esta dosis no habrán más resultados. Le pregunto qué pastillas pueden no tener tal efecto. Me lo comenta.
Se lo digo a mi amiga, y le digo que de todas formas tratemos de conservar la cordura. Hay que ver el final de esto, le comento. Ella me agradece la información. Mi amiga que yo sepa no lo ha intentado más. Pero otro amigo de Matanzas sí lo logró. Ha terminado con su vida colgando de una cuerda. Ya le había dicho a su madre, jocosanente se podía entender, que si moría no lo metieran en una caja de cuatro paredes. Pero obvio que una vez se despidiera definitivamente, no hizo gracia a nadie.
Su madre en una conversación por Whatsapp me comentó que hizo tal como le había dicho: hizo la incineración de su cuerpo. Y llevó sus cenizas a la bahía. Me dice que le dijo: «bueno, vete para donde te querías ir ahora muerto, a donde no te pudiste ir estando vivo».
Fue cuando me compartiera la mamá que él esperaba salir para los Estados Unidos por alguna invitación que nunca le llegó por vía alguna. Claro que no podríamos decir que la causa de su decisión fuera precisamente el no poder salir del país. Muchos y muchas no han encontrado forma de salir del país y no por ello deciden poner fin a sus vidas. Pero de cualquier manera no deja de ser una experiencia amarga y lamentable, que nos deja pensando en más de una cuestión. Qué pasa cuando no encontramos lugar en nuestra patria para poder vivir dignamente, por ejemplo.
Cuba está llena de estos ejemplos. Entre los que intentan el suicidio y quienes se suicidan sin más. Pero no son temas a tratar. Ni en la tele, ni en la radio, ni en los periódicos… Si se encuentra en algún sitio debe ser en los espacios fríos de profilaxis de salud pública. Porque dentro del discurso oficial estamos repletos de esas consignas donde aparece el «venceremos». El «venceremos» a toda costa, del que creemos cada vez menos las que vivimos dentro de este país. Y donde el vencer ya no se percibe como en otros años, en que sí se apostaba con los ojos cerrados.
Muestra de ello eran las semanas sin sábado ni domingo entregados a la zafra. Las horas seguidas de trabajo voluntario, y esa entrega total al sacrificio en aras de un futuro mejor, supuestamente Socialista y sostenible.
No. Esos tiempos han partido para siempre. Ahora, solo nos toca resistir. Para no pocas personas consumiendo pastillas, por ejemplo, el alprazolam, bien difíciles de conseguir. Muy caras cuando se puede encontrar y pagar, para no colapsar frente a los desafíos que muchas veces nos desborda en el día a día.