Otra despedida
Por Lien Estrada
HAVANA TIMES – Mi amiga es graduada de Historia del Arte por la Universidad de Oriente. Ejercía la docencia en la escuela de periodismo en Holguín. Nos habíamos conocido en el Taller Literario Onelio Jorge Cardoso, y siempre ha soñado, como yo, con publicar un libro de narrativa para adultos. Hacía aproximadamente un año que esperaba el parole. Lo había tramitado su hermano residente en Kentucky desde hace tiempo.
Por fin mi amiga me llama para decirme que sus papeles habían llegado. La felicité. Quedamos en vernos en alguna cafetería al día siguiente para despedirnos, y así fue. Cuando nos vimos ya se había dado baja de la Oficoda (de su tarjeta de racionamiento) y tenía los pasajes comprados. Le pregunté cómo se sentía y me dice que como en una estrella rusa. Imaginaba el próximo paso, pero le era imposible precisar algo hasta que no aterrizara en el otro lado, naturalmente. Sí que debe ser complejo en el alma esto de partir definitivamente, hice la observación. Fue cuando me dijo: Lien, ya yo de alguna manera me fui de aquí.
Me cuenta que vendió su casa y estaba en una casa prestada en la playa, que había pedido la baja del trabajo, además de no tener a nadie de su familia aquí, porque también se habían ido. A esto se sumaba que sus proyectos de vida no se ubicaban en este país. En otras palabras, ya no vivía aquí desde hace tiempo. Asentí con la cabeza. Y creo que somos cada vez más quienes pensamos que la mejor decisión posible en estos momentos es partir, me termina de comentar. Vuelvo a coincidir. Las circunstancias son tan adversas que no dejan mucho lugar a las esperanzas, pienso yo muchas veces. La desidia nos barre por todos lados, y la falta de sentido de pertenencia nos invade tenazmente.
“Con todo, no te permitas caer en estados desoladores profundos”, me dice. Acuérdate que «esa gente» es eso lo que quieren, vernos así, deprimidas, tristes, agonizando. No les des el gusto.
Le agradezco el consejo. Me sigue diciendo que sólo le falta llevar la libreta de abastecimiento con la baja a una dirección. Con qué alegría estas oficinas toman un modelo y lo liquidan a una! Nos reímos. Tú también tienes que estarlo, y más feliz que ellos. Oh sí, claro, responde, una cadena menos, me termina la idea. Estamos de acuerdo.
Nos despedimos. Le agradezco una vez más su donación de libros. De veras que es un tesoro. Me contesta que fue un gusto. Nos prometemos lo que siempre se promete en estos casos: mantenernos en contacto, y nos deseamos la mejor de las suertes. Sale para Miami pasado mañana. Mi amiga es una mujer que como tantas otras personas en Cuba pronto se reunirá con los suyos en otras tierras. O sea, cumplirá uno de sus sueños después de tanta espera. Y eso, después de todo, es lo importante.