Los saludos en Cuba cuando tardamos en vernos
HAVANA TIMES – Un amigo, estudiante de medicina de 5to año, tardaba en devolverme un libro: «La gran estafa», del peruano Eudocio Ravines. Todo un canto a la libertad donde nos llega a través de sus vivencias los perversos trasfondos de los poderes totalitarios del mundo.
Preocupada, hago el comentario en casa. Mi madre me dice riendo: no sé el libro, él debe estar brincando fronteras. Cuando a los pocos días mi amigo se comunica conmigo vía Whatsapp y me dice que está viviendo con una tía en Kentucky, esperando permiso de trabajo. La travesía fue un mes y medio. Perdón, ¿y mi libro?, le pregunto. Tuve que irlo a buscar a su casa, en otro municipio.
Visito a una de mis tías en el campo. Cuando llega su pastor metodista. Yo llegué a conocer muchos líderes protestantes porque el Seminario Evangélico donde estudié en Matanzas era ecuménico. Así que empecé por preguntar por fulano, pastor en Guantánamo. Se había ido del país, me respondía con cordialidad. ¿Y sultano, pastor de la comunidad X de Pinar del Río? Decidió marcharse también con su familia. ¿Y perensejo? Tampoco ya estaba en el país… Tan contenta de creer conocer a muchísimos pastores protestantes en Cuba, ya no es una realidad.
Una amiga se había graduado de enseñanza en Prescolar. Pero decidió poner un negocio en su casa. Era una peluquería. Llegó a ser una de las más reconocidas del lugar. Pero como que no vale mucho ni ser próspero en Cuba. Nos enteramos que junto a su esposo e hijo se habían marchado después de venderlo todo sin mirar atrás.
Se marchan los vecinos, los lejanos y cercanos. Antes se iba uno, me dijo mi tía, para ayudar a la familia, ahora se va la familia completa hasta con el perro. Por esto, no me sorprendí cuando al encontrarme con un colega en la librería, que hacía tiempo no veía me saludó diciendo: «Pensé que ya te habías ido». No es la primera persona que me saluda con esta expresión.
De hecho, cuando nos dejamos de ver lo primero que pensamos es que posiblemente ya no esté en la Isla. El susto de que el otro u otra esté muerta por covid ya se nos está pasando. Porque teníamos esas dos respuestas frente a la ausencia. Nos estamos quedando con la de la marcha.