La llegada de Donald Trump, y la partida de la tía

Una caja de alimentos que llegó del extranjero.

Por Lien Estrada

HAVANA TIMES – Familiares que viven en West Palm Beach, Estados Unidos, tienen la amabilidad de ayudarnos con alguna que otra caja de alimentos. Que por supuesto es causa de alegría y un gran alivio en casa con ese enorme desafío que es la alimentación. Cada vez más cara y difícil de conseguir en Cuba.

Nos enteramos que los envíos vía aérea son mejores a la hora de ver lo que tardan en llegar los paquetes, porque los de vía marítima tardan un mundo, y llega un momento que una dice se perdieron, pero no, llegan después de casi un mes cuando ese ángel te llama por teléfono y te dice: les mandé comida.

Café, atún, pasta de maní, dulces, latas de puré, y cositas que también cuestan su poco como cepillos de dientes, pasta dental…Cada vez que la caja con su buena noticia llega a casa pues es un día especial. No puede dejar de serlo. Yo no puedo dejarme de preguntar ¿qué se hacen esas familias que no tienen esta clase de ayuda, que no tienen aquel o aquella en el otro lado del mar que lo oxigena con dinero o con comida? Porque Cuba ya sabemos de sobra, es un campo de concentración.

Esta tía que nos ayuda desde ese lado del mundo había decidido visitarnos, y pasar más de un mes con nosotras. Es una mujer de la tercera edad, enfermera jubilada con los dos hijos allá y siempre se dispone a pasar tiempo con nosotras todos los años. Pero en esta ocasión no pudieron realizarse sus planes. Por declaraciones de Trump tuvo que regresarse mucho antes de lo previsto. Y con alguna mortificación por las nuevas acciones políticas del nuevo presidente Donald Trump. Según parece todo se va afectar con respecto a las relaciones con USA, y mi tía no podrá visitarnos más.

Como que una puede percibir la vida fuerte, pero es innegable que hay su tiempo más difícil que otros. Nos despedimos no sin antes darnos esperanzas. «Esta situación no lo será por siempre. Ya se encontrará el vericueto para que pueda seguir viniendo, no todo está perdido, siempre hay esperanzas», fueron las palabras de aliento que nos compartimos en el siempre hasta luego.

Como que ese dicho: «no se sabe lo que se tiene hasta que no se pierda», no aplica aquí. Siempre hemos sido consciente que la ayuda de esa otra persona que reside en el extranjero es más de las veces invaluable, porque por nosotras mismas la carrera pudiera convertirse más trágica de lo que por sí es. La indefensión aprendida no es un hecho para aplaudir en la experiencia de nadie. Sin embargo, ser consciente de esto es el primer paso para querer superarlo. Considero que el tiempo de descansar en los demás que tuvieron la suerte de irse y establecerse en tierras libres, con derechos, es un tiempo que debe ya pasar en Cuba.

Cada vez es más imperioso el replantearnos nuestra existencia en esta patria. Preguntas: ¿hasta dónde podremos seguir resistiendo? ¿Se puede insistir en programas políticos y económicos que demuestran no funcionar? ¿Por qué hay que apoyar un gobierno que demuestra con creces su incapacidad e ineficiencia?

El cuestionamiento es esencial para luego tomar aquellas acciones que nos permitan superar por lo que estemos atravesando. No podemos permitirnos seguir lamentándonos. Ese no es el camino. Y más temprano que tarde, espero la transformación será una realidad.

Pero que tiene que partir de la base, sí, tiene que ser así. El poder nunca ha cedido en la historia independientemente de las consecuencias de sus tomas de decisiones. Por tal motivo, ya es hora de entrar en esta nueva fase de nuestra historia. Para nuestro propio bien y el de nuestras hijas e hijos.

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