La espiritualidad en una Cuba socialista
Por Lien Estrada
HAVANA TIMES – Cuando la escritora española María Llopis en su entrevista a la artista y feminista Alicia Murillo le pregunta: ¿por qué acudimos a la espiritualidad? Esta respondió: «Para entender qué coño estamos haciendo aquí». La Murillo tiene razón, aunque su respuesta teológica nos pudiera parecer un tanto irreverente, conserva su verdad. Quizás por esa necesidad que sentimos los seres humanos de saber quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, es que nos encontramos las tantas realidades religiosas por todas partes. Si vamos a una cultura tribal, como al lejano Oriente o el tan postmoderno y aspirando a más progreso de Occidente. Lo cierto es que ahí encontraremos tarde o temprano una fe, una espiritualidad.
Cuba, en su pretendida construcción del socialismo como ideal de sociedad, se pensaba, como sostiene el marxismo, que lo cultural sustituiría la religiosidad. Fue cuando se permitió políticamente algunas cuantas represalias con aquellas personas que profesaban alguna clase de religiosidad. Pertenecer a una comunidad cristiana, católica o protestante, era suficiente para no permitir acceder a ciertos espacios de estudios, laborales… como las carreras militares u optar a ingresar al mismo Partido Comunista por ejemplo, único legal hasta nuestros días. Una pregunta que no faltaba en muchas de estas entrevistas era si se pertenecía a alguna institución o tradición religiosa.
Las procesiones, fueran católicas, episcopales, yorubas, o de cualquier otra tradición religiosa, fueron prohibidas. Estas últimas volvieron a permitirse en 1994. Los Testigos de Jehova por sus principios religiosos fueron considerados «poco patrióticos para el sistema», asunto grave para estos dirigentes que anteponen las ideologías ante la vida misma. Lo consideraban (y consideran) todo un delito, y se construyeron mecanismos para limitar sus posibilidades de seguir estudiando después del Noveno grado. Experiencias similares se vivieron en el pueblo Adventista del Séptimo Día, que asumiendo el sábado como día fundamental para ser consagrado a su adoración, el Estado Revolucionario ubicaba sus exámenes finales, y de todo tipo, los sábados, un poco para desalentar la participación de mujeres y hombres de esta denominación.
Fueron diversas las maneras en que el gobierno cubano comunista ejerció (y ejerce) su poder necesario para inculcar una mentalidad materialista, marxista, dialéctica. Y hubo generaciones que sufrieron más que otras esta clase de política dictatorial desde 1959. Donde muchas iglesias, misiones, obras religiosas fueron cerradas. Junto a conventos, las escuelas, y demás centros menos conocidos como panaderías, por ejemplo, y otros proyectos llevados a cabo por el orden eclesial, fueron eliminados, o sea, desaparecidos, pasando a manos de lo estatal. Convertidos en centros como la Federacion Mujeres de Cuba en la Habana, o secundarias, seminternados laicos en todo el país.
Al tiempo que se desplegaban estrategias para la erradicación de una cultura religiosa en el país por otra tan diferente como era el modelo soviético, que se había convertido prácticamente en paradigma, permaneció una resistencia cristiana, y demás espiritualidades dignas de loar.
Aunque diezmadas, los Salones del Reino, no llegaron a desaparecer del todo. Como tampoco los Espiritistas de Cordón o los llamados Científicos. Del mismo modo tampoco Palo Monte, Yorubas y Abacuá. Las iglesias cristianas, cierto que con muy pocos miembros, siguieron haciendo misas y cultos, y muchas y muchos continuaron leyendo sus Biblias, haciendo sus oraciones, rituales, sus altares en lugares discretos en sus hogares se conservaban, las velas para sus santos tampoco faltaron. Y si se llevaban profesores y seminaristas a campos de concentración (los llamadas UMAP: Unidades Militares de Apoyo a la Produccion), creados para «rehabilitar» a los cubanos que no se ajustaban a los nuevos ideales, entre ellos homosexuales, «delincuentes», y religiosos…es cierto también que algunos seminarios continuaron formando pastores y líderes eclesiales.
La realidad respondía día a día y de manera tajante; se podría decir que se necesitaba crecer en lo cultural al mismo tiempo que se necesitaba respetar el orden religioso en la vida de todas las personas. Un hecho no excluía el otro. Se complementaban.
El hombre o mujer que iba a un culto o toque de tambor, también podía asistir a una sala de concierto, un recital de poesía o una exposición de artes plásticas. Una actriz de teatro podía creer en Dios Padre y en el Papa, y un bailarín pedir consejo a su padrino por su religión afro. Llegó el momento de considerar, y se hizo, ingresaron al Partido Comunista de Cuba miembros de la Iglesia católica apostólica como fue el caso del historiador de la Habana, Eusebio Leal.
Por lo expuesto hasta aquí es que hoy, a los 65 años de la llegada al poder político de la llamada Revolución Cubana, declarada con carácter socialista desde 1961, no pueden sorprendernos esas personas que ejerzan su derecho a ejercicios espirituales. Como son cumplimientos de promesas a sus dioses, orishas, o alguna entidad que sientan como trascendencia.
Es por esto que encontrarme con esta mujer con espejuelos, vestida de blanco, avanzando en su camino sobre sus rodillas y brazos, en la cima del cerro conocido en Holguín como Loma de la Cruz, no debe alarmarme demasiado.
Es cierto que cuestionamientos pudieran cobrar vida, como este: ¿sufrirá de demencia? Pero luego nuestra construcción mental, cultural, religiosa, nos responde inmediatamente: no, no es demencia. Ropa blanca, loma de la Cruz, actitud excéntrica se pudiera percibir, pero en este contexto pues también puede entenderse como humilde, hasta incluso de humillación como sugieren algunos de nuestros tantos caminos religiosos para el encuentro con ese Dios.
Yo pasaba por esa parte haciendo mis ejercicios físicos cuando ella pasaba por mi lado también con su propósito. Seguro que muy parecido al mío: fortalecernos en esta vida. Porque los desafíos son muchos, y no se sabe hasta cuándo es nuestra misión en esta tierra.
Muy buen artículo, es un tema que da para un libro, o varios. Tengo la impresión de que hay un alto porciento de ateos entre los nacidos del 60 al 90, si se compara con las nuevas generaciones, pero la Cuba socialista no logró matar la espiritualidad.